CAPÍTULO 14: Para ti

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Autor@ de la imagen: @_tamomoko



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Los edificios pasaban uno tras otro a la lejanía.

El frío viento de la madrugada golpeaba sus mejillas y las congelaba en el proceso, no era desagradable, era más bien reconfortante.

Dándole un aire fresco, un aire nuevo.

El cielo tenía cierto color azulado y las estrellas tiritaban en un manto despejado y claro.

El silencio era cálido y solo el rugir del motor era lo único que los acompañaba por las vacías calles de Tokio.

Abrazó con más fuerza la cintura entre sus brazos cuando la motocicleta derrapo un poco en el puente, ahí, donde todo era tranquilo, donde todo era silencioso.

Levantó la mirada curioso, en sus ojos azules, la imagen de aquellos mechones blancos movidos por el viento era lo único que se veía.

Dio una ligera sonrisa y ocultando su rostro en la espalda del más alto, se permitió sentir la calidez que solo este le brindaba.

Que sólo este, le hacía sentir.

Cerró los ojos en paz.

Disfrutando el momento.

Si podía estar así, así de cerquita ya no le importaba mucho, el que el moreno lo haya levantado a las cinco y media de la mañana y lo llevará a un lugar que aún desconoce.

Apego más su cuerpo, hacía frío y el viento no ayudaba.

Izana por su parte, era un cuento distinto.

Ser abrazado por el menor, sentir su calidez, todo esto lo estaba matando de nervios.

Respiro inquieto.

Sus manos sobre el manubrio de la motocicleta, estaban algo rojas y heladas, no importaba.

No lo hacía.

Pues no tenía tiempo de pensar en esto.

Al contrario del Hanagaki, Izana no se encontraba ni en paz ni en alegría, bueno, eso último quizás si.

El estaba más bien, angustiado, nervioso.

Pero sabía que no sería por mucho.

Tenso la mandíbula y trago grueso.

Hoy sería el día en el que aquellos pensamientos que lo aconcojan todo el tiempo queden al olvido y de una vez por todas, arregle todo este cúmulo de sentimientos raros que lo consumen.

Hoy...

Iba a dejar las cosas en claro.

Dio una última curva y pasando por una pequeña calle y unas casas, exhalo aliviado a sabiendas que estaban apuntó de llegar a su destino.

.
.

Los ojos azules se agrandaron cuando estos divisaron a los lejos, las leves olas ir y venir en la arena, el horizonte lejano y azulado, el canto de las gaviotas y ese olorsito salado golpear directo sus fosas nasales.

El mar.

La moto se detuvo y se estaciono cerca de la playa.

Ambos no tardaron en adentrarse y caminar por aquel lugar, que importaba que sus zapatos se llenarán de arena.

Aquello que perdí [IzaTake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora