Valgo la pena

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He estado postergando esta tarea por casi una semana.

Estoy viendo a un psicólogo que es tan bueno en su trabajo que he vuelto a escribir, a conectarme conmigo mismo, a dejar de huir.

Él me pidió escribir este nuevo capítulo con el título "yo valgo la pena", lo siento Wilson, valgo la pena quedaba más estético.

En mi meditación previa a este escrito descubrí que he luchado con una parte de mi que está herida, he sido un cobarde que ataca por la espalda en medio de un abrazo. Y es que es muy fácil perder la empatia propia, darse cuenta de que también eres un ser. Alguien que vale la pena.

He herido al niño que sufre dentro de mi, he lastimado al chico que confía plenamente y al que ama sin miedo.

Intentando protegerme del resto llamé debilidad al crecimiento, al descanso, al llanto. Y es por eso que esta carta es un recordatorio de mi importancia, una disculpa a esa parte de mi.

Yo valgo la pena... Que difícil es pensar razones concretas por las que mi existencia debe ser, razones por las que la molestia, odio, dolor y gasto que hay sobre mi está justificado. Como nunca fui buen matemático no las enumeraré, y es que no son lineales, no son cuantitativas. Mis razones son desorganizadas, sin medida y sin pies ni cabeza.

Yo valgo la pena en ocasiones y en lugares, en el tiempo y en paralelo, en risas y cuidados.

Valgo la pena cuando mi hermano menor me abraza luego de caer, cuando me quedo viendo pocoyó por horas solo por escuchar su risa. Valgo la pena cuando bailamos en círculos con la música a todo volumen y también valgo la pena cuando me como el dulce babeado que me da con amor.

Valgo la pena cuando mi hermano del medio me pide dormir en la misma habitación para no sentirse solo, cuando vemos todos los videos que guardó durante el día y nos reimos juntos y en paz, porque es nuestro espacio. Valgo la pena cuando soy el único que puede consolarlo, cuando me cuenta sus datos curiosos largos porque sabe que siempre lo escucharé.

Valgo la pena cuando veo películas aburridas con mi mamá porque sé que ama tener a alguien con quien compartir el tiempo. Cuando la ayudo a elegir su ropa y la lleno de cumplidos para que jamás se sienta insuficiente.

Valgo la pena cuando voy al banco por mi papá y ¿por qué no? También cuando le pego para demostrar mi amor. Cuando intento no generar tantos gastos para no molestarlo y cuando intento hacerlo reir.

Valgo la pena cuando leo y los personajes se vuelven parte de mi, cuando siento la música y cuando escribo historias de amor para corazones rotos.

Cuando estoy ahí para karla, cuando la hago reír porque tiene la risa más contagiosa que he escuchado. Cuando la espero y comprendo, porque ella es quien más vale la pena.

Valgo la pena cuando doy lo mejor de mi en lo que me apasiona, en el amor, en el cuidado. Pero hoy descubrí que no sólo valgo la pena cuando todo está bien.

Porque también valgo la pena cuando estoy roto.

Valgo la pena cuando no quiero levantarme de la cama, cuando no me baño ni como. Cuando duermo todo el día, cuando no hago lo que debía hacer. Sigo valiendo la pena.

Cuando preocupo a mi familia, cuando no contesto a mis amigos, cuando soy mediocre en algún trabajo, cuando genero gastos, cuando soy holgazán. Sigo valiendo la pena.

¿Por qué? Porque soy humano.

Soy humano con mil errores, con órganos innecesarios (hablo de ti, apéndice), con días buenos y malos. Soy humano con virtudes y defectos. Con una vida.

Soy hijo, soy hermano, soy amigo, soy.

Soy y eso vale, eso cuenta. Y eso está bien.

Me he perdido en medio de esto, he subido a escaleras que cambian de dirección y encontré al perro de tres cabezas. Yo te advertí que mi mente está desordenada, pero ahora entiendo que hay belleza en el caos.

Y es que hoy me permito ser imperfecto, me permito no tener propósito mas que crecer y ser feliz. Me permito llorar y reír, hoy comprendo que no hay nada malo en el sentir.

Hoy escribo mis razones de ser para no olvidarlas nunca más. Hoy las dejo plasmadas para nunca más mirar mis cicatrices con vergüenza.

Hoy me miro al espejo, me veo imperfecto y sonrío.

Porque yo valgo la pena.

Miedo y valentíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora