La voz que se pierde

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Solía pensar que era imposible amarme.

Alguien con tantas carencias, con tantos problemas y pensamientos demasiado oscuros, de esos que nublan la luz de la linterna que tanto me costó encender.

Me sentaba a esperar un desastre, mirando el reloj tratando de recordar cómo se sentia reir a las tres, la voz de las cuatro, mientras las cinco y media casi alcanzan al fin del mundo.

¿Por qué el barco amaría al muelle, habiendo tantos océanos?

El niño asustado hablaba sobre abandono, traición y dolor, mientras que el chico arcoiris le hablaba del mar de esperanza, de una vida lejana en donde el viento es libre y no escaso. Donde no debes cargar con peso en tus hombros ni tragar nudos. Ninguno de los dos sabía nadar.

El náufrago hablaba sobre ese barco que jamás llegaría.

Dos niños en un abrigo fingían ser un monstruo, asustando a un niño tras un muro.

Y los Matías de todas las edades le pedían al tiempo una respuesta que jamás podría darles.

El hombre con una linterna, hizo las mejores preguntas y las voces comenzaron a hablar entre ellas. Brillando.

De lo más profundo de ellos nació una voz, tan débil como un hilo, tan filosa como una tijera.

La voz decía cosas que ninguno podia creer del todo, pero que necesitaban escuchar.

Vales la pena, sin condiciones. Mereces ser cuidado. No eres un monstruo. Serás recordado con amor. Eres el lugar seguro que deseabas tener. Está bien si duele. No merecías esa agresión. Eres una hoja en blanco. Eres protector. Eres empatico. En algún momento todo tendrá sentido. Con tu linterna los monstruos no  asustan. Los viajes en carretera te cambian.

La voz logró brillar en la oscuridad de la noche eterna por todo un calendario, incluso cuando el niño dejó de ser adulto  y el padre se convirtió en hermano.

Pero la vida cambia. Las respuestas traen nuevas preguntas y el escenario se volvió tan ruidoso que la voz a penas podía oirse.

Un tornado lanzó lejos a todos, en lugares en donde no habían estado, con personas que no habían visto sus máscaras.

La voz se perdió.

Miré mi mundo al revés y comprendí que necesitaba ayuda. No todo está roto y mis herramientas sirven.

A veces es bueno destruir para crear cimientos fuertes. Pienso hacerlos de amor propio, de empatia y protección.

No estoy solo y a pesar del ruido, hoy sé que no es imposible amarme. Estoy haciendo esto por mi, y eso no es malo.

Y mientras vuelvo a construir mi mundo y encontrar mi voz, el hombre con una linterna me iluminará con las mejores preguntas y pienso dar las mejores respuestas.

Porque no importa cuantas veces se pierda mi voz, siempre fui bueno jugando a las escondidas.

Y esta vez tengo una linterna.

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⏰ Última actualización: Jul 20 ⏰

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