Quiero gritar.

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Siempre intenté vestirme con ropa unisex.

Si leyeron el primer capítulo, se habrán dado cuenta de cómo es mi madre cuando de vestirse se trata.

Para mi era una verdadera tortura comprar ropa, mi madre siempre me criticaba por no ser fememino. Cada vez que entrabamos a una tienda había problemas.

Mientras ella buscaba vestidos y tacones, yo veía la sección de hombres desde lejos. No sé cómo explicarlo... Yo sabía que aunque pudiera pagar con mi dinero, no podría ocuparlo.

El día después de lo ocurrido en el capítulo anterior, mi padre me pidió que lo acompañase al centro comercial. Dijo que iríamos solos ya que mi madre estaba en la iglesia y mi hermano en casa de un amigo.

En el camino encendió la radio y sonaba AC/DC. Podría decir que gran parte de mis gustos musicales se deben a él. Desde pequeño escuchabamos juntos la música que a él le gustaba. Era algo muy especial para mi que aún guardo con mucho cariño en mi memoria.

Mi padre trabajaba demasiado. Tenía tres trabajos y por ende, muy poco tiempo para la familia; eso hacía que cada momento fuera un nuevo recuerdo.

Aún hay canciones que me remontan a tiempos específicos como Take on me de A-ha. Tendría unos siete u ocho años cuando mi padre me mostró el video musical. Aún sigo amando esa canción, es más, la estoy escuchando mientras escribo todo esto.

Mi padre subió el volúmen muy alto y me miró sonriendo y moviendo la cabeza de atrás a adelante. Cantamos back in black a gritos sordos y carcajadas, la música estaba tan fuerte que no podía escucharme.

Seguimos el camino en la misma radio. Rock todo el camino, no conocía algunas canciones pero mi padre las cantó todas.

Al llegar se estacionó y entramos al centro comercial. Me llevó a una tienda de ropa.

"No puedo hacer que las cosas avancen más rápido, tampoco puedo hacer que tu mamá cambie de opinión. Pero puedo hacer esto"

No sé si alguna vez han sentido tanta felicidad que sientes que te ahoga, que se queda en tu garganta y es inevitable sonreír. Bueno, así me sentía en ese instante.

Me dijo que estaría buscando pantalones y que yo buscara algo que me gustase.

Mi padre sabe dar espacio.

No voy a mentir, estaba nervioso. Supongo que soy muy paranoíco, me daba vuelta cada cinco minutos para ver si alguien me observaba o me miraba raro.

Pero nada de eso importaba en realidad. Estaba demasiado feliz para tomarle atención al vendedor que me preguntó "¿de qué talla es tu hermano?" O para sentirme mal cuando no me dejaron entrar al probador de hombres. Estaba demasiado feliz para sentir miedo.

Tomé un par de poleras que me gustaron y unos jeans negros. También una chaqueta de cuero.

Entré en el probador y me vestí sin mirarme en el espejo. Esperé un momento para darme vuelta.

Volteé.

Cuando la psicóloga me pidió describir ese momento, lo único que pude decir fue:

"Quería gritar. Me sentía realmente feliz, nunca me había viste tan feliz en mi vida"

Ahí estaba, frente al espejo. Debo aclarar que nunca me ha gustado mucho mi reflejo, siempre traté de evitarlo, pero en ese momento... me sentí completo.

Me veía bien, me sentía bien. Estaba pasando, no era un sueño o una ilusión en mi mente. Yo estaba ahí, frente al espejo y estaba vestido con la ropa que siempre quise, en una sección que siempre miré de lejos.

Me sentía invencible.

Mi padre pagó la ropa y yo lo abracé fuerte. Usualmente no abrazo a mis padres ya que no es común demostrarnos afecto en mi familia, pero estaba tan agradecido que no me importó.

"No tienes idea de cómo me siento, ¡quiero gritar!"

Tanto tiempo estuve esperando que cuando pasó, grabé cada momento en mi memoria. Por mucho tiempo aquel instante me ayudó a seguir adelante, a recordar lo feliz que puedo llegar a ser. A no rendirme.

"¿qué hago si la mamá me quita la ropa?"

"No te preocupes por eso, yo voy a hablar con ella. También soy tu papá"

Al llegar a casa busqué el gorro que mi madre me había quitado. Intenté ocultar mi cabello en él, no funcionaba tan bien.

Tomé las tijeras y comencé a cortarlo. No tanto, sólo lo suficiente.

Me vestí y me miré otra vez.

"Mirate, lo estás logrando"

Y así era. A pesar de lo que mi madre pensara, estaba ahí. Ese era mi reflejo.

Escuché el auto estacionarse y a mi madre entrar, el corazón me latía a mil por hora. No sabía qué hacer.

No había tiempo para cambiarme ni para esconder la ropa, recordé a mi padre diciendo que me ayudaría y corrí hacia él. Me miró por un momento y luego me sonrió

"Te quiero"

"Yo a ti"

Mi madre entró y me vió. Estaba cargando su cartera y en la mano traía su celular.

Dejó ambos sobre el sofá y se cruzó de brazos. Tenía el seño fruncido y me miraba claramente enojada. Luego miró a mi padre.

"¿Y esa ropa?"

"Yo se la compré"

"Yo ya hablé con ella, ya le dije que no podía vestirse así"

"Yo le di permiso"

Me miró y suspiró molesta.

"Dame ese gorro"

"Pero mamá..."

"Damelo dije"

Se lo entregué y vio mi cabello.

"¡Mira lo que hiciste! ¿quién te dió permiso pa' que hicierai' eso?"

"Yo le di permiso"

Miré a mi padre y le ahradecí internamente por haberme ayudado, estaba demasiado nervioso como para reaccionar.

"Marta, deja de hacer problemas ¿ya? Ya está hecho, no puedes pegarle el pelo de nuevo, la ropa se la di yo. No quiero que se la quites o vamos a tener problemas"

"Vamos a hablar nosotros después. Andate a tu pieza"

Me fuí a mi habitación y me puse el pijama. Me acosté y comencé a pensar en todo lo que había pasado.

Segurqmente tendría problemas con mi madre luego pero no me importó. Fué mayor el hecho de que mi padre de verdad estaba ahí, me estaba apoyando y me protegía. Me ayudó, me comprendió.

Esa noche pude dormir tranquilamente, no hubo insomnio, no hubo llanto. En lugar de eso estaba una sonrisa y unas grandes ganas de gritar.



Miedo y valentíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora