Matías, 20 Años.

39 5 4
                                    

De pronto algo me despierta. Esa sensación de que la vida se nos está yendo. Que si todos vamos a morir, ¿qué carajo estoy haciendo aquí perdiendo el tiempo?

Entonces la música se siente diferente. Mi piel se siente diferente.

Descubro que en realidad soy gracioso, que puedo ser bastante agradable. Dejo de lado el miedo al ridículo, la sensación de que no encajo y lo acepto como parte de mi.

Dejo de querer ser normal, abrazo lo que me hace diferente y busco a personas que estén dispuestas a serlo conmigo.

Dejo de preocuparme por lo que pensará la gente centrada, no soy su target.

Después de todo tengo veinte años.

Tengo veinte años, ¿cómo pude pensar que es demasiado tarde? ¿Cómo me exijo ser perfecto? Este no es el momento de ser un adulto de revista.

Es momento de ser libre, de cagarla, de tropezar con la misma piedra y aprender de todos modos. Quizás no a dejar de cometer el mismo error pero si aprender a caer.

Es momento de enamorarme y de que me rompan el corazón, de vestir con todos los colores o solo de negro, de hacer test para saber en qué casa iría de existir hogwarts.

Es momento de dejar que me cuiden incluso si debo afrontar el abandono, no voy a morir. Tengo veinte años.

Es momento de ser rebelde, de intentar cambiar las cosas con la esperanza ciega que sólo se siente de joven.

Tengo veinte años, puedo ser estilista o bombero en cualquier momento. Puedo bailar bajo la lluvia, desvelarme, pintar fuera de las líneas. Puedo ser inmaduro y eso está bien.

Toda mi vida he intentado ser más viejo de lo que soy. Como peter pan pero al revés.

Temiendo de la vida adulta y aún así aceptando cada responsabilidad que se presentaba, fuera o no mi tiempo.

Estoy cansado de jugar a ser adulto, quiero desperdiciar mi vida un rato.

Y quizás nunca aprenda a unir al chico arcoiris con el niño enojado. Quizás no sea algo que deba forzar. Tal vez un día nublado con mucho calor, ambos rían y se den cuenta de que a veces no se optiene todo lo que quieres, pero los puntos medios son buenos para empezar.

Me gusta imaginar que un día tendré tanta paz que no necesitaré mirar a todos lados. Que los ruidos fuertes ya no van a asustarme, que los abrazos serán cálidos y las discusiones llegarán a algún lado.

Que no tendré miedo en la calle, que podré ver los edificios altos todo el tiempo sin miedo a tropezar.

Quizás el mundo en unos veinte años más sea diferente. Quizás después de todo si logremos un cambio y mis problemas de hoy no serán vividos por mi hermano menor.

Por mi parte, voy a concentrarme en vivir mis etapas.

Voy a amar mis cambios y odiarme de vez en cuando, voy a reír, llorar, gritar, aprender a contestar a lo que siento. Voy a dejar de compararme con los hombres cis, voy a amarme como soy. Aunque cueste.

Después de todo, solo tengo veinte años... Y aun me quedan siete más.

Perdón, chiste emo.



Ok, intentemos de nuevo.

Después de todo, solo tengo veinte años... Y aun tengo una vida por descubrir quien soy.

Hoy, Martes ocho de noviembre a las 4:55 am. Soy Matías, 20 años.

Miedo y valentíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora