Estaba en la cafetería sentada frente a Jazmin, teníamos aproximadamente una hora para desayunar. Comíamos pizzas, papas fritas con salsa de queso y refrescos, algo saludable según nosotras.
— ¡Hermosa! —gritó él mientras se acercaba a nuestra mesa.
— ¡James! —le respondí sonriente.
— ¿Cómo has estado? —preguntó de lo más dulce.
— Bien ¿y tú?
— Genial —besó mi mejilla.
— Ella es Jazmin MacQuoid —le Presenté a mi nueva amiga.
— Mucho gusto —respondió ella un poco confundida.
— El gusto es mío —dijo él con amabilidad mientras estrechaba su mano—. Mi nombre es James, James Wagner.
— ¿Qué tal tu clase de Matemáticas? —le pregunté.
— Fatal... nos tomaron examen sorpresa —me respondió él.
— ¿Tan rápido?
— Sí, según el profesor eso es bueno para nosotros.
— ¿De qué manera? —pregunté aturdida. Era posible que a mí también me tomaran uno de esos exámenes ya que mi siguiente hora de clases era matemáticas.
— No lo sé, pero anda de malas así que no le hagas algo que después te traiga problemas.
— De acuerdo.
— ¿Después de este recreo tenemos examen? —cuestionó Jazmin sorprendida.
— Tal vez —respondió James.
— Diablos —susurró ella. James y yo reímos ante su comentario.
— Me caes bien —dijo él—. Iré a traer mi comida y me siento con ustedes.
— No tardes —le dije.
— ¡No lo haré, hermosa! —exclamó riendo y se fue.
— ¿No que no tenías novio? —preguntó divertida.
— Él no es mi novio, es mi mejor amigo.
— Si claro, y yo nací ayer —masculló incrédula.
— No te estoy mintiendo.
— Se lo preguntaré a él cuando regrese —me miró desafiante.
— Hazlo y verás que no miento —sonreí.
— No entiendo por qué comen eso como desayuno, deberían comer algo más saludable —llegó, puso su bandeja en la mesa y se sentó a mi lado.
— El ser humano también necesita de grasa para vivir ¿no es así? —respondí.
— Sí, pero demasiada te hace daño —rodeó mis hombros con su brazo.
— Ya sé lo que quieres —torcí mis ojos—. Pero esta será la última vez —cambiamos de comida.
— Gracias —besó mi mejilla.
— Si no querías comer eso, ¿Por qué lo trajiste? —preguntó Jazmin confundida.
— Le caigo mal a la cocinera y nunca me da lo que le pido, me da lo que ella quiere.
— ¿Y por qué le caes mal? —curioseó.
— Salía con su hija.
— Era de esperarse —rió—. pero ahora estás con Betzabeth ¿no es así?
— ¿Qué? —se alarmó—. No. Betzabeth y yo no somos novios —sacó su bazo de mis hombros. Ella alzó una de sus cejas y lo miró confundida—. Somos amigos, sólo eso —continuó.
— De acuerdo, les creeré —sonrió.
Empezamos a comer y a hablar sobre cosas insignificantes. Muchas veces reíamos por las tonterías que James decía y algunos alumnos se limitaban a mirarnos mientras otros gritaban que nos calláramos.
El recreo terminó y él se despidió de nosotras con un abrazo y un beso en la mejilla. Llegamos al salón y nos sentamos como en la primera hora: ella adelante y yo atrás. Así se nos haría más fácil copiar si es que llegase a haber prueba.
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Betzabeth.
Teen Fiction- ¿Y la violencia es la mejor forma de resolver las cosas? - Muchas veces sí -respondí fría.