¿Un favor?

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Cuando las clases al fin terminaron, corrí hasta mi habitación, me deshice del molestoso uniforme y entré al baño a tomar una ducha. Me coloqué una ropa cómoda: jeans, botas y una blusa de tiras. Por suerte nos dejan ir con cualquier ropa que no sea el uniforme a los castigos. Me puse una diadema y salí del dormitorio, caminé hasta la cafetería y pedí lo que sería mi almuerzo. Miré para todos lados pero no encontraba a Jazmin, me senté en la misma mesa de siempre y empecé a comer.


— ¿Quién soy? —preguntó cubriendo mis ojos.

— Mmm... alguien guapo, de seguro —reí—. Pensé que no te encontraría James, por eso empecé a comer sola, lo siento.

— No te preocupes hermosa —puso su charola en la mesa y se sentó a mi lado—. ¿Sabes?, me alegro de que en los almuerzos todo el mundo coma lo mismo, así Kayla no me dará cualquier cosa.

— Pues parece que se olvidó de darte el postre.

— No, nunca me lo da —dijo disgustado, yo sólo reí.

— Lo sé, lo he notado. 

— Eres tan mala.

— Bien, no compartiré el mío contigo —dije como una niña pequeña sacándole pica a las otras por su muñeca nueva.

— Oh, vamos. Lo decía de broma... comparte tu postre conmigo, por favor —hizo pucheros.

— De acuerdo, pero sólo si me haces un favor —sonreí.

— ¿Otro? ¿Cuántas cosas tengo que hacer por ti Betzabeth? —protestó fastidiado.

— Perfecto, pues ya no hagas nada más. Ten, te regalo mi postre —puse mi pedazo de pastel en su charola.

— ¿Qué? ¡No, no! Betzabeth, no seas resentida.

— ¿Disculpa? —lo miré—. ¿Resentida?

— Perdóname ¿sí? —suplicó.

— No, lo siento. Soy tan resentida que no quiero perdonarte —continué tomando mi sopa de atún.

— No quise que sonara así... perdón. 


Me quedé callada, no quería hablarle. Si él decía que era resentida así actuaría. Además, él siempre cae y tarde o temprano termina haciendo cualquier favor que le pida. Era el plan perfecto.


— Te haré el favor si quieres pero por favor háblame —empezó a jugar con mi cabello—. Betzabeth... vamos nena.


Lo miré desconcertada, él nunca me había llamado así. Él reía como loco por mi expresión. Kayla nos miró y me hizo seña de que hiciéramos silencio.

Betzabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora