Trabajo extra

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  — Hola bonita —susurró en mi oído y su aliento a alcohol inundó mis pulmones en menos de medio segundo—. ¿Por qué no vamos al piso de arriba? —el segundo piso contaba sólo con habitaciones para "darles una excelente atención a los clientes".
— Lo siento —traté de extorsionar mi voz—. Debo hacer otras cosas, si quiere vaya arriba, ahí encontrará muchas chicas, elija a una y listo.

Salí casi corriendo. Tener una escena de esas con uno de tus profesores es para traumarte de por vida y nunca más querer verlo. Moví la cabeza de un lado para otro tratando de olvidarme de lo sucedido.

— Betzabeth —me llamó el dueño.
— ¿Sí?
— He recibido quejas.
— Yo le dije que sólo trabajaría sirviendo tragos, que no haría nada más.
— Lo sé, pero para la próxima trátalos mejor. Ah, y si no estás dispuesta a hacer ''eso'' por lo menos debes bailar.
— ¿Bailar?
— Sí, en el tubo o en una silla. No sé, con lo que tú quieras pero lo harás allá en la tarima.
— Así no era el trato.
— ¿Quieres el dinero no?
— ¿Quiere decir que si no bailo no hay paga y que me la he pasado como cojuda sirviendo tragos por gusto?
— Así es.
— Puedo denunciarlo por esto.
— Hazlo, pero no ganarás nada, todo esto es legal —los humos se subieron a mi cabeza.
— Pero ya van a ser las dos. Mi hora de trabajo ya casi se termina.
— Mañana vendrás de nuevo, trae preparado algo —se esfumó.

Quince minutos más repartiendo todo tipo de alcohol y a las 3:00 a.m. quedé libre. De no haber llegado tan tarde a las 2:00 ya hubiera estado saliendo de aquí.
Recogí mis cosas y tomé un taxi hasta una cuadra antes del colegio. Me adentré tal como había salido, caminé a mi dormitorio, me metí por la ventana, me acosté en la cama y quedé profundamente dormida.  

Betzabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora