— Sí, tampoco te ves como el tipo de personas que pasan siempre metida en lugares como estos.
— ¿Cómo el profesor de matemáticas? —Señalé con mi cabeza al final de la barra.
Él era el único que se encontraba sólo y sin la compañía de las chicas que se dedican a hacer felices a los clientes persiguiéndolos por todos lados. Y podemos adivinar el por qué. Ese aspecto tan... raro que tiene no le favorece para nada. Y las bolsas con ojeras debajo de sus ojos no hacen un gran contraste con el rojo de sus globos oculares.— Supongo que ya me ha reconocido —Dijo riendo.
— Si lo ha hecho no creo que diga algo. No sería conveniente para su 'imagen' el decir que ha estado en un bar una noche antes de dar clases.
— ¿Una noche? —río sin delicadeza alguna—. ¿Crees que ese rojo es producto de sólo una noche? Le falta poco para rentar una habitación aquí para el resto de su vida.
— Ese es un tema que no quisiera tocar —lancé una carcajada—. No sería bonito si me acordara de aquello en medio de su clase.
— No sería un inconveniente si estuvieras enterada de todo lo que hace —hizo una mueca.Y aunque estaba dispuesta a cambiar de tema, eso me plantó una gran pregunta en la cabeza. No quería decirlo porque no sabía si recibiría respuesta, pero la curiosidad me sobrepasó:
— ¿Eso quiere decir que pasas muy a menudo por aquí?
— La mayoría de veces, sí.No era una respuesta para nada agradable, pues lo que menos quería era un amigo que siempre estuviera metido en malos pasos. Pero viéndolo de otra perspectiva, algunas veces (o la mayoría) siempre era yo la que se metía en problemas antes que todos.
— ¿Y qué vienes a hacer aquí?
Dado a mi insistencia en la pregunta, murmuro algo.
— Negocios.
— ¿Negocios? ¿Qué clase de negocios podría alguien de tu edad hacer en un lugar como este?
— Ya te dije: secreto —hizo una sonrisa ladeada.
No podía apartar la mirada de su cara. Había algo en él que no me permitía estar tranquila, sentía que había algo de él que debía saber, algo muy importante.
— ¿Y tú? ¿Ya me dirás cuál es el motivo por el que te has vestido así?
— Ese motivo tiene nombre —sonreí—. Y no, por ahora no. Simplemente tienes que prometerme que no le dirás a nadie que me has visto aquí.
— ¿Y por qué lo haría?— ¿Jake? ¿Eres tú?
No pude evitar poner mi espalda más recta de lo normal por el pequeño susto. Conocía esa voz tan bien como a la palma de mi mano.
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Betzabeth.
Teen Fiction- ¿Y la violencia es la mejor forma de resolver las cosas? - Muchas veces sí -respondí fría.