Práctica Necesaria

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Comimos y regresamos a clases. El profesor ese por suerte no vino. Tres de la tarde y fuimos al dormitorio de James. Nos la pasamos viendo videos de chicas bailando sensualmente. Se veía muy fácil, lo difícil sería poder bailar mientras sientes un poco de miradas recorrer tu cuerpo.


— ¿Crees que puedas bailar así? —preguntó.
— Sí... pero, sería muy raro bailar en público y en un bar.
— Pues no lo hagas y listo —sonrió.
— Sólo estaré ahí una hora y luego regresaré.
— ... Betzabeth Peñaherrera se ha caracterizado por hacer su mejor trabajo en cualquier cosa ¿no es así?
— Eso dicen todos los profesores.
— ¿Todos?
— Bueno, sólo a los que le caigo bien —reí.
— ¿Y tú cómo sabes que ellos opinan eso de ti?
— He estado en juntas de profesores más de una vez y tú has estado afuera de la sala esperándome, ¿recuerdas?
— Sí, pero no era ahí donde quería llegar —hizo una mueca.
— ¿Entonces?
— Baila ahora, quiero ver cómo lo haces —sonrió pícaro.
— ¿Cómo bailo o cómo lo hago? —comenté y luego eché una carcajada al ver su expresión.
— Sólo baila.
— Muy bien... ¿qué se supone que tengo que hacer primero? —salté de cama y me paré—. párate enfrente de mí —le ordené.
— ¿Por qué?
— Esta tarde, mi querido caballero... serás mi tubo.
— ¿Qué? —enmarcó una ceja.
— Ay ya, no seas aburrido y ven —estiré mis manos, tomando las él y lo hice parar—. muy bien, primero, debo usar un antifaz para que nadie me reconozca. Segundo, espero que ese uniforme me apreté menos que ayer. Y tercero... ahora sí, a practicar.
— ¿Cómo es el uniforme? —preguntó curioso.
— Short y top negro de cuero, un mini-corbatín rojo y zapatos de aguja.
— ¡Es como si anduvieras en ropa interior! —me retó.
— Lo sé, sentí lo mismo, pero es cómodo... muy bien, tú que eres el señor perfecto en estas circunstancias e imagino que más de una chica te ha de haber hecho uno de estos bailes, dime qué hacer.
— Primero dime tú cómo lo harías —se burló.
— Tomo el tubo con una mano —puse mi mano en su nuca—. y me deslizo lentamente hacia abajo. Vuelvo a subir, me río como estúpida, bailo como perra y listo.
— ¡Betzabeth! —me retó.
— Ya, ya, lo siento —reí—, no volveré a usar esos términos cuando Mr. Perfecto esté en frente de mí —rió conmigo. Seguimos practicando una hora más y luego me fui a mi habitación para preparar la escapada.

Betzabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora