Mentiras

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  — Mamá, ya quero irme de aquí —dijo ella cubriendo su rostro con sus manitos.
— En unas horas mija, tiene que revisarte el doctor, hacerte unas pruebas y luego nos vamos a casa ¿de acuerdo?
— Está ben, pero que no se tade mucho —apenas y se le entendía lo que decía. No era justo que una niña que todavía no aprende a hablar bien tenga enfermedades que atenten contra su vida. Antes de que Isabel, mi hermana mayor, se fuera de este mundo prometimos que íbamos a cuidar de Connie pase lo que pase y que haríamos lo que tuviéramos que hacer para mantenerla bien.
— Hola Connie —James entró a la sala y se acercó a ella.
— ¡Jay! —respondió ella alegremente—. ¡Viniste! —el la abrazó.
— Prometí que nunca te dejaría sola —dijo sonriente después de escuchar mi traducción. Connie entendía el inglés pero eran pocas las palabras que sabía pronunciar.

James y yo la pasamos más de tres horas hablando y jugando con ella. ¡Era un amor! Dios me ha bendecido con una hermana como ella.

— Amor, ya son los 11 de la noche. ¿no tienes ganas de dormir? —le preguntó mi mamá a Connie.
— No mami, no quero mañana abir mis ojitos y no ver a Jay, hoy no voy a dormir.
— Connie tienes que dormir —intervine—. James estará aquí toda la noche —ella lo amaba más que a mí. Y no la culpo, James es de las personas que con solo 5 palabras te hace caer bajo sus encantos.
— ¿Lo pometes? —lo miró a los ojos.
— Quiere que te quedes toda la noche junto a ella —le comuniqué a James.
— Lo prometo —le dijo—. no pienso irme a ningún lado hasta que abras los ojos.

¡Diez minutos! Tardó diez minutos en dormirse, creo que en verdad estaba cansada.

— Bueno, yo tengo que irme —me paré de la silla.
— ¿Te regresas al colegio? —preguntó mi mamá.
— Sí —esbocé una falsa sonrisa—. me vine sin permiso y si no me encuentran mañana no sé en qué lío me meteré. Me despides de Connie por favor.
— Lo haré. ¿James se va contigo?
— No, le prometí a Connie que me quedaría y así lo haré —contestó él— yo si tengo permiso.
— Gracias —dijo ella— por cierto Betzabeth, quería preguntarte algo.
— Sí, dime —respondí un tanto nerviosa.
— En mi cuenta del banco no había dos mil dólares, ¿de dónde sacaste el resto?
— Yo... tenía ahorrado algo. Ya sabes, la otra vez te dije que quería comprarme un carro y bueno, tenía eso —mentí. James me miró.
— Y ahora tendrás que empezar desde cero, lo siento tanto.
— No mamá, no te preocupes, Connie es más importante que un tonto carro. Pero ahora sí, me tengo que ir.
— Quédate un ratito más, nadie lo notará —dijo James. Lo aniquilé con la mirada.
— Sí, es cierto —lo apoyó mi mamá.
— Bueno, sólo un ratito.

Me senté a lado de James y sin que mi mamá se diera cuenta lo golpeé en el estómago.  

Betzabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora