— Vengo a cobrar un cheque —traté de usar el mismo tono de ella. Fue difícil ya que a cualquier persona que me hablara, yo nunca le respondía de la mejor manera. Metí la mano en el bolso y saqué el cheque junto con las tarjetas—. Tenga —le di el cheque.
— ¿Número de cuenta? —le pase un papelito en donde lo tenía anotado—. ¿Cédula? —saqué mi billetera, saqué mis documentos y se los di.
— Bien, espere un momento por favor —se agachó un poco y sacó un fajito de billetes—. Tenga.
— Gracias —murmuré mientras lo guardaba en el bolso.
— ¿Puedo ayudarla en otra cosa? —preguntó ya que no me movía de ahí.
— Sí, deseo retirar mil dólares —respondí un poco insegura.
— ¿Mil dólares?... no sé si pueda hacer dos retiros en un mismo día.
— Sí se puede, lo he hecho un par de veces —mentí.
— ...Espere un momento, iré a preguntar a mi jefe —se paró y entró en una de las puertas que se encontraban allá adentro. Nunca había hecho eso pero estaba segura de que sí se podía.
— Lo siento —se sentó en su silla—. ¿De este número de cuenta? —agitó el papel.
— Sí —alargué.
— ¿Mil dólares no?
— Así es.
— Aquí tienes —me extendió otro fajo de billetes junto a mis documentos.
— Gracias —guardé todo.
— Espera un momento —gritó antes de que atravesara la puerta de salida.
— ¿Sí? —regresé.
— Este papel debe estar firmado —puso el papel que le había dado para poder retirar, frente de la casilla.
— Oh sí, perdón. Lo había olvidado. —lo firmé.
— No te preocupes —sonrió—. Es mi primer día, así que no sé mucho sobre esto —musitó.
— Espero volver a verte algún día —dije, giré y caminé junto con James a la salida.
— 'Espero volver a verte algún día' —repitió usando una voz 'femenina'—. Nunca le habías dicho eso a nadie —rió.
— Es que me recuerda a alguien —me sonrojé.— Lo sé, también noté su parecido.
— Sus ojos son idénticos a los de Isabel, ¿no? —comenté un poco melancólica.
— Un poco... pero ya no hablemos de eso. No quiero verte llorar ahora —rodeó su brazo derecho en mis hombros. ¿Llorar? Sí, lo hacía muy seguido, pero él era el único que lo sabía.
— El hospital está muy lejos de aquí, tardaremos casi una hora caminando para llegar allá —me quejé.
— No te preocupes por eso, vamos a mi casa. Está a tres cuadras de aquí.
— No iré allá. No quiero que tu madre me vea y me diga todo lo malo que tengo que cambiar.
— No te preocupes —repitió—. Ella está en una fiesta.
— Si es así... de acuerdo.
Llegamos a su casa y su papá nos recibió. Él es una de las mejores personas que he conocido en toda mi vida. Pasamos a la sala y nos sirvió jugo con un pedazo de pizza. William, así se llamaba, era todo lo contrario a su esposa Sandra. Pero sin duda alguna hacían una hermosa pareja. Conversábamos sobre el colegio, no era un tema para nada interesante, pero a él no le podía negar nada ya que siempre se ha portado tan bien conmigo. Era como un padre para mí... Terminamos de comer y salimos al jardín, nos despedimos de William y nos marchamos en la moto de James camino al hospital.
— James... —dije en su oído mientras lo abrazaba para no caer.
— ¿Sí?— ¿Qué opinarías... si tu mejor amiga trabajara en un bar nocturno?
ESTÁS LEYENDO
Betzabeth.
Teen Fiction- ¿Y la violencia es la mejor forma de resolver las cosas? - Muchas veces sí -respondí fría.