Capítulo 1

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–¡No! ¡Suelta mi cabello! –Imploraba la rubia mientras trataba de zafarse de mí.

–No lo haré hasta que te disculpes. –Le respondí con rabia.

–¡Por supuesto que no!, pedir disculpas no está dentro de mi agenda. –Dijo mientras se movía de un lado a otro tratando de arañarme.

–Oh, pues qué pena, señorita perfecta. Porque de aquí, tal vez no salgas viva. –Musité mientras tomaba sus muñecas para evitar que me golpeara.

–¿Qué? –Preguntó alarmada- No te atreverías a hacerle daño a alguien.

–Pero tú no eres alguien. –Me subí encima de ella, quería matarla ahí mismo.

–Esas son las mismas palabras que usaba tu hermana. –Susurró sin importancia alguna.

–Deja a mi hermana en paz. –Solté una cachetada contra su cara.

–Estas no te la dejaré pasar –Agarró mi cabello y empezó a halarlo.

–¿Esa es toda la fuerza que tienes? –Grité.

–¡Salte encima de mí! –Me suplicó.

–Ya te lo dije, no lo haré hasta que te retractes.

–¡No lo haré, lo que he dicho es cierto, tu hermana era una perra!

–Deja de hablar de ella como si fuera como tú. 

–¿Cómo dices? 

–Que la perra aquí es otra, ¿O no eres la chica que cada noche sale al jardín y lo hace con cualquiera que pase por ahí?

Ella abrió la boca como si lo que acaba de decir era una sorpresa para ella.

–¿Crees que nadie lo sabía? –Pregunté.

–¿Me has estado siguiendo?

–No hace falta seguirte para saber cómo eres.

–Eres igual que tu hermana.

–¿Es un cumplido?, muchas gracias. –Sonreí tratando de que las lágrimas trataran de desaparecer de mi cara.

–Obvio que no es un cumplido, estúpida. Tu hermana no era para nada Santa, era una completa tonta y falsa.

–¿Estás segura que no te estás describiendo a ti? –Pregunté desafiante.

–¿O quizás a ti?...Digo, ya que vienes de una familia donde todas son unas p…

–¡Cállate! –La interrumpí con otra cachetada.

–¿Sabes?, me has decepcionado, pensé que eras una chica mejor que tu hermana.

–¡Deja de hablar de ella! –Grité entre dientes-. …No tienes ningún derecho de hablar mal de las personas que no están para defenderse, y mucho menos cuando esas personas están muertas. ¿No sabes que es pecado? 

–¿Pecado? –Lanzó una carcajada-. ¿Y tú crees que eso a mí me importa?, no creo en nada de esas cosas.

–Tal vez esa sea la razón por la que te comportes así, y si no dejas de hacerlo podrías pudrirte en el infierno.

–Eso me tiene sin cuidado, maldita latina.

–Já. Pues no quisiera haber sido como tú, no entiendo por qué te crees el último vaso de agua en el desierto.

–¿Tienes envidia?

–Por supuesto que no. ¿Quién quisiera ser cómo tú? –Esta vez fui yo la que se rió en su cara.

Me miró amenazante. 

–Mira barbie, si no quieres que te parta esa cara de pizza, es mejor que te disculpes ahora –la interrumpí cuando quiso hablar.

–¿Cara de pizza? –Preguntó confundida.

–La tienes llena de granos, ¿no?

–Oh, ahora sí te pasaste. –Trató de pararse del suelo.

–No lo creo, la que se pasó y hace rato fuiste tú.

No aguanté las ganas y lancé un puñete contra su estómago y arañé su estúpida cara de estreñida.

–¡No, déjame! ¡La cara no, te lo suplico! –Gritaba desesperada.

–Si quieres que pare, discúlpate.

–¡Por favor! –Empezó a llorar.

En ese instante alguien se detuvo a mi lado.

Betzabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora