Raven le vendó la cabeza y le limpió la sangre del rostro, con cuidado ya que estaba bastante lastimado. Decidió no seguir y esperar a su padre y Milton. A pesar de la situación sintió un tirón en el vientre por ver al doctor del pueblo.
Cuando sintió pasos acercándose se arregló el cabello en un rodete improvisado y deseo tener puesto el corsé que disimularia un poco su vientre.
Cuando el doctor llegó a la habitación ni siquiera registró que ella estaba sonrojada, miró al hombre postrado y comenzó a revisarlo.— Raven sal de la habitación, ya no tienes nada que hacer aquí. — Dijo su padre serio. — Y dile al que lo trajo que venga.
— Se ha ido padre. — Murmuró ella en la puerta de la habitación.
— ¿Cómo que se ha ido? — Bramo David. — Curalo Milton por favor.
Su padre la tomó del brazo y se marcharon cerrando la puerta fuertemente.
— ¿Lo dejaste marchar así nomás? — Le preguntó su padre molesto en el pasillo.
— Me dio la bolsa con dinero y me dijo que debía irse. ¿Qué podía hacer? — Murmuró ella avergonzada.
— Tienes razón, debería haber mandado a alguien; pero ya no tenemos lacayo que nos ayude.
Ella le tendió la bolsa de dinero y ambos observaron que estaba bastante llena.
— El joven dijo que eso alcanzaba para un mes y el médico.
— No va muy desencaminado. — Murmuró con mala cara. — ¿Te dijo como se llama?
— No.
Dentro, Milton suspiró y observó la perforación en el costado izquierdo, no era muy profundo y miró al hombre con una sonrisa torcida, si que había corrido con suerte, si estuviera más profunda ya estaría muerto. Sin embargo lo que más le preocupaba era el golpe en la cabeza.
Con tranquilidad después de limpiar la herida del abdomen comenzó a coserlo con parsimonia, luego acomodó la cabeza y también la cosió. Después de eso sacó de su maletín caléndula y ajo y preparó un ungüento para sus heridas. Cuando finalmente terminó se preguntó cómo le pagaría el señor David por su trabajo. Todos en el pueblo sabían que no tenía mucho dinero, que la posada no funcionaba.
Cuando abrió la puerta se encontró con Raven que lo miraba curiosa y el padre resignado.— ¿Cómo se encuentra? — Raven fue la primera en hablar.
Milton se preguntó porque su padre le daba esas libertades, no debería estar ahí siquiera y menos en paños menores.
— El herido está bien, se pondrá bien, me preocupa su herida en la cabeza.
— Gracias Sterling. — dijo David y miró a su hija. — Ya lo oíste, está vivo, ahora vete a tu habitación.
— Pero padre…
— Ahora Raven.
La joven se sonrojo, murmuró un buenas noches y se marchó. El doctor miró al dueño de la posada.
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Mentiras Negras ✓
RomanceRaven Anderson no sabía muchas cosas de la vida, lo que si sabía era hacer un buen pan, atender su panadería y amar a su padre. Cuando un misterioso hombre llega a su posada herido e inconsciente, decide ayudarlo y curarlo. Y a medida que conoce a s...