Capitulo 7

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Raven y Christopher caminaron en silencio hasta la casa, cuando pasaron por la panadería él finalmente habló.

— ¿No te da vergüenza arrastrarte tanto con Milton? Está claro que él ni te registra.

Él se pasó la mano por la nuca molesto, la había visto toda la noche mirándolo sin disimular su encanto y eso le molestaba, había oído a las viejas chismosas murmurar e incluso Rachel se había burlado mientras bailaba con ella. Solo la había invitado para destilar todo el veneno que sentía y se había amilanado un poco cuando la había amenazado diciéndole que le arrancaría la lengua si volvía a oírla hablar de Raven despectivamente. No podía soportar los comentarios maliciosos que hacian sobre la ”Gordita" y lo sacaba de las casillas.   

— Cierra la boca. No sabes lo que dices.

Él la miró.

— Claro que se lo que digo. Eres tú la que no quiere ver la realidad.

Raven suspiro con furia y lo miro, le molestó verlo con su semblante tranquilo y seguro de sí mismo.

— No sabes nada, no conoces a Milton cómo yo.

— No necesito conocerlo como tú para saber la verdad que te niegas a ver.

Ambos llegaron a la puerta de la casa y se quedaron uno enfrente del otro, mirándose enojados.

— Lo ves como hombre pero él no te ve a ti como una mujer.

— ¿Y cómo me ve según tu?— Pregunto petulante.

— Te ve como una amiga, una hermana o peor, nada.

— No es cierto.

Christopher dio un par de pasos más y la acorraló contra la pared, Raven se sintió atrapada entre sus brazos.

— Tu quieres que te vea como una mujer, deseas que él esté tan cerca como lo estoy ahora, anhelas sentir su olor como sientes el mío y restregarte como una gata contra su pecho.

— Eres un vulgar… — Susurró confusa.

— Quieres posar tus labios sobre los suyos y sentir si son tan suaves como realmente lo ves.

Raven contuvo el aliento cuando él ladeó la cabeza y sus labios estaban tan cerca que hasta podía sentir las cosquillas que hacía su aliento sobre sus labios.

— Deseas ser besada por primera vez y sentir por fin lo que se siente.

Él sonrió cuando vio que ella negaba suavemente, apoyó una mano en su mejilla y ella cerró los ojos. Apoyó los labios en los suyos y suspiró al sentir su suavidad. Cuando ella los abrió ligeramente, se apartó un poco y volvió a besarla, despacio y tomándose el tiempo de saborear sus dulces labios, sin lengua, solo atrapando su labio inferior entre los suyos.
  Raven tomó su chaqueta desde abajo y se acercó un paso más para sentirlo mejor, su labios le hacían cosquillas, pero no era nada comparado a lo que sentía en su vientre. Su olor amaderado y a la vez salado, como si llevara el mar encima le encantó y gimió cuando él puso una mano en su cintura apretándola más sobre él.
  Un fuerte ruido los sobresaltó y ambos se separaron rápidamente. Raven le había dado una patada a la puerta sin darse cuenta. Con los ojos abiertos de sorpresa lo miró. El enojo la hizo ponerse colorada y le dio un empujón que lo hizo dar un paso atrás.

— Imbécil. — Le dijo con los ojos llenos de lágrimas.

— Pajarita… — Dijo en un susurro confundido. — No quise…

— No vuelvas a burlarte así nunca más, Christopher.

Ella abrió la puerta y se fue dejándolo solo. Él se pasó las manos por la cabeza y luego dio una patada al suelo. Cerró la puerta con suavidad y se fue al banco donde siempre solía sentarse en la noche. No había querido besarla, pensó molesto consigo mismo, pero lo puso furioso verla babear por un hombre que la utilizaba.
   La había visto tan bonita con su vestido nuevo y su cinta en el cabello que no había podido negarse cuando ella le rogó que la acompañara a la fiesta, pero verla exponerse de esa manera lo había sacado de sus casillas. No había estado bien en besarla, de hecho no sabía porque lo había hecho y eso le molestaba aun mas. No sabía cómo la miraría a la cara la mañana siguiente. Se pasó la mano por el pecho y se maldijo nuevamente, seguramente había reaccionado así porque hacía tiempo que no estaba con una mujer, de hecho desde que habían comenzado con la panadería, no les había dado tiempo a nada. Quizá necesitaba descargar la tensión, cerró los ojos y levantó la cabeza para recibir el frío en sus mejillas.
   Su mente reprodujo una imagen que lo excitó. Sus manos recorrían el cuerpo de una mujer, acariciaba su rubio cabello y acariciaba sus muslos abiertos para él. No podía entender el idioma que ella hablaba, pero sus gemidos sí que los entendía, vio sus manos tomar una pulsera de oro y ponerla sobre sus pechos deliciosos, ella rio y junto sus pechos escondiendo la joya entre el valle de sus pechos.

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