Capitulo 22

839 131 9
                                    

Raven no sabía cómo había terminado apretada entre los fuertes brazos de Christopher, en qué momento se había dormido después de hacer el amor con él. Podía sentir su pecho firme en su espalda, sus respiraciones constantes y su brazo en su cintura atrapándola y manteniéndola cerca. Se sonrojo al pensar en lo que había hecho, como él había sido gentil y cariñoso después, cómo había ayudado a limpiarla entre sus piernas y luego acomodándose a su lado. Le había dado un suave beso en la nuca y con suaves caricias ella se había dormido. No sé arrepentía, pero su mente no podía dejar de dar vueltas y más vueltas en sus palabras. El había dicho que estaba enamorado de ella, le había pedido matrimonio. ¿Qué pasaría ahora? Se preguntó, después de darle lo que él tanto deseaba. Su corazón comenzó a acelerarse al pensar en que él la dejaría.

— Te estás tensando, Pajarita. — Su suave murmullo la asustó y él apretó sus brazos a su alrededor.

Él depositó un suave beso en su nuca y pasó la nariz por su cuello inhalando profundamente.

— Hueles tan dulce, fragante.

Ella no contestó, lo sintió moverse y luego la volteo.

— ¿No me vas a decir que estás pensando?

Ella trató de no sonrojarse y agradeció que estuvieran en penumbras.

— Creí que estabas dormido. — Susurro ella.

— ¿Sabes que estamos solos aquí verdad? No necesitas susurrar.

Ella asintió y él pasó un dedo por su mejilla.

— ¿En qué piensas?

— No sé. En nada en particular.

Pasaron varios minutos en silencio.

— ¿No me vas a preguntar en qué estaba pensando yo? — Indagó divertido.

— ¿En qué estás pensando tú?

— En donde quieres casarte. Podemos hacerlo aquí.

Ella estuvo tanto tiempo en silencio que él frunció el ceño.

— ¿Pajarita?

— ¿De verdad? — preguntó ella temerosa.

La inseguridad en esa suave pregunta, lo desarmó. Dejó un suave beso en sus labios entreabiertos y sonrió sobre sus labios.

— Tendremos que elegir un apellido. Yo no tengo uno. Necesitamos uno para hacerlo legal.

— Usaremos nuestros nombres reales ¿Verdad?

— Claro que sí.

Ella apoyó la mano en su mejilla y sonrió encantada. El se acostó de espaldas y pasó sus manos detrás de su cabeza, vio la vacilación de ella y cerró los ojos. Cuando él dejó de verla con su mirada penetrante, ella se sentó en la cama y pasó la yema de los dedos por su pecho. Volvió a mirarlo, pero él seguía con sus ojos cerrados. La forma que él tenía de mirarla la hechizaba, y la cohibía, él veía más allá de lo que ella demostraba. Con más confianza ganada al ver qué él la dejaba hacer a su antojo, arañó su bajo vientre y vio cómo su pene daba un pequeño salto, el contenía el aliento y tensaba el vientre. Pasó las manos por sus muslos, arañó el interior de estos encantada como sus pequeños cambios en su respiración. Se mordió los labios y vaciló antes de tomarlo entre sus manos. Hasta ahí llegó su buena suerte pensó, cuando él clavó sus oscuros ojos en ella y la atravesó. Pasó un dedo sobre la punta, esparciendo la humedad que ahí había, apretó la mano y lo acarició largamente atenta a sus respuestas.

— Puedes apretar más. — Murmuró él con su voz clara.

Ella hizo lo que él quería y sintió la necesidad de hacerlo sentir vulnerable, como ella se sentía. Con ese pensamiento audaz se agachó y pasó la lengua por toda su longitud, sonrió cuando sintió contener el aliento.
No sabía qué la impulsaba, qué le daba la confianza para hacer esto, pero lo hizo de todos modos. Los ojos de Christopher se cerraron por un momento cuando ella lo agarró, pero luego los abrió de nuevo para encontrarse con su mirada.

Mentiras Negras ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora