Al llegar a Londres, él se adelantó y los registró primero, cuando ella llegó acalorada y levantando la falda pues ese vestido le quedaba largo, se sorprendió al oír a la mujer llamarla señora Fisher.
Fulmino con la mirada a su flamante marido y lo acompañó a su habitación juntos. Cuando la puerta se cerró ella le dio un empujón.— ¿Por qué somos esposos aquí? ¿Cuál es tu excusa? — Ella volvió a empujarlo y él la apretó en sus brazos.
— Porque nos estamos quedando sin dinero esposa mía.
— Eso es mentira.
— No lo es y lo sabes, estuviste gastando todo el camino en dos habitaciones.
Ella puso los ojos en blanco y se alejó.
— Me iré a vender estás joyas. Venderé las que tengo en mí bolso.
Cómo ella no le contestó, se fue.
Cuando él llegó en la noche y entró a la habitación que ambos compartían ella se puso tensa. Estaba asustada hasta que lo vio entrar. Cuando él se quitó el abrigo lo abrazó, él le devolvió el abrazo sin dudar.— Tardaste más de lo que pensaba.
— Lleva tiempo comprobar que son reales tantas joyas, aunque no pude venderlas todas. Pero tenemos suficiente para vivir un par de meses.
— Está bien. - Ella se acercó a la mesa y abrió la tapa de la bandeja.
— No está muy caliente, pero pasa.
— La próxima posada será mejor. — Prometió el.
— No importa. — Ella se sentó para hacerle compañía. — Nunca había venido a Londres. Es tan bullicioso como me lo imaginaba.
Él comió con una sonrisa mientras ella le contaba como se había perdido en Garden Square.
— ¿Sabes qué es lo más curioso? — Dijo él mientras tomaba agua.
Ella lo miró interesada.
— Por alguna razón conocía donde ir, pero no recordaba el nombre de las calles. Es como si conociera esta ciudad, pero la viera por primera vez.
— Podríamos conocerla juntos. - Dijo entusiasmada.
— Me parece un buen plan. - Murmuró él dando un suspiro. — Ya que estamos aquí podríamos ir a la modista a elegir algunos vestidos para ti y algunos trajes para mi.
— ¿Nos alcanza?
— Tenemos miles de libras y más joyas que vender, además de dos cofres más que desenterrar, creo que podremos permitirnos ropa nueva.
— ¿Ya has recordado dónde están?
— He recordado uno que está fuera de alcance, y uno en Escocia. ¿Tienes ganas de hacer un largo viaje nuevamente?
Él sonrió encantado cuando ella miró emocionada.
— Creo que la próxima posada podemos hacernos pasar por primos nuevamente.
— No tenemos suficiente dinero para dos habitaciones, Pajarita. - Dijo él mirando la cama.
— Eso es mentira y lo sabes. — Dijo ella con sorna.
— Necesitamos provisiones, un carruaje… no pienso repetir el viaje que acabamos de hacer. Así que hay que ser modestos en los gastos.
— ¿Cómo dormiremos? — preguntó ella mirando el suelo y a él.
— Si quieres dormir en el suelo, por mí no hay problema. — Le dijo aburrido. — Compartiremos la cama porque no pienso dormir en el suelo.
— No está bien.
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Mentiras Negras ✓
RomanceRaven Anderson no sabía muchas cosas de la vida, lo que si sabía era hacer un buen pan, atender su panadería y amar a su padre. Cuando un misterioso hombre llega a su posada herido e inconsciente, decide ayudarlo y curarlo. Y a medida que conoce a s...