Raven estaba sentada en la cama, sola y en penumbras. La reciente muerte de su padre aun la había dejado estupefacta. Se habían llevado el cuerpo hacía medio día y ahora estaba sola, en la mañana tendría que prepararse para el entierro, pero estaba tan abrumada que lo único que pensó es que no tenía un vestido de crespón para ponerse. Ni tampoco velo. Claramente jamás se había preocupado de eso, jamás se le había pasado por la cabeza que necesitaría un vestido de luto. Lo que más le molestaba y dolía era que estaba sola, Christopher había desaparecido y su padre ahora estaba muerto por unas personas que buscaban a quien se había convertido en un amigo desde hacía un año.
Un suave golpe la hizo levantarse asustada y con decisión tomó el florero que descansaba en el buro de su padre, tiró las flores que le había puesto la mañana anterior. Salió de la habitación despacio, con el corazón martillando en su pecho y se acercó al rellano de la escalera, estaba vacío y las luces estaban apagadas como ella las había dejado, por el rabillo del ojo vio movimiento, pero antes de reaccionar un fuerte brazo la apresó de la cintura y le tapó la boca.— Soy yo, Rae. — Le susurro el intruso en el oído y sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia.
Se alejó un paso y él se lo permitió. Estaban uno frente al otro enfrente de la ventana, con la cortina media cerrada, pero los alumbraba lo suficiente como para ver su rostro moreno y la sombra de su barba. La mano salió volando de su costado sin pensar y le dio un cachetazo que resonó en el silencio. Lo que él hizo a continuación la dejó helada y sumida en la más absoluta tristeza. Christopher se arrodilló frente a ella y le tomó el volado del camisón con un sollozo repentino.
— Lo lamento, Pajarita… Perdóname por favor.
— Nos dejaste. - Se escuchó su voz desprovista de vida.
Él levantó la cabeza para mirarla con el tormento dibujado en el rostro. Gruesas lágrimas bajaban de sus tristes ojos, la miró sin vacilar.
— Me fui porque sabía que me estaban buscando, creí que al irme no le harían nada a ustedes. Creí que le preguntarian de manera violenta, lo esperaba, pero jamás se me cruzó por la cabeza que serían capaz de asesinarlo.
— Sabías que venían y no fuiste capaz de avisarnos, simplemente te levantaste en la madrugada y desapareciste.
— Les preguntarian y ustedes dirán la verdad… no sabían dónde estaba ni donde me había ido así que los dejaran en paz. De verdad creí que estaban a salvo, jamás me hubiera marchado si hubiera creído que les harían daño de esa manera. Perdoname por favor. — Le dijo llorando sobre sus pies.
— Ya es tarde ¿no crees? ahora está muerto y no hay nada que tu puedas hacer para devolverlo o deshacer lo que está hecho. ¿Qué estás haciendo aquí Christopher? — Le pregunto alejándose.
El se dio vuelta y la vio dirigirse a su habitación. Se levantó y la siguió.
— Vine a estar contigo, a acompañarte. Por si me necesitas… — Dijo en un susurro.
—Te necesitaba… Ya no te necesito.
Él se pasó las manos por el pecho, sentía una pesadez instalada justo en el corazón. La culpa lo consumía, la decepción en sus ojos inocentes lo estaba matando.
— No te dejaré sola cuando me necesitas.
— Te necesitaba, necesitaba que estés aquí y no estuviste, ahora es tarde. — Ella lo miró con lágrimas en los ojos, se sentó en la cama vencida.
— Aun así no te dejaré sola. — Le dijo con decisión y se sentó a su lado. —Le tomó las manos con el corazón acelerado, se tranquilizó cuando ella no lo alejo y apoyó la cabeza sobre su hombro.
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Mentiras Negras ✓
RomanceRaven Anderson no sabía muchas cosas de la vida, lo que si sabía era hacer un buen pan, atender su panadería y amar a su padre. Cuando un misterioso hombre llega a su posada herido e inconsciente, decide ayudarlo y curarlo. Y a medida que conoce a s...