Capitulo 27

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Raven pasó los dedos suavemente por su cabello y escuchó lo que habló con su hermano. Él no la miraba, por alguna razón había apoyado la cabeza en su pecho y comenzó a hablar.
  Su corazón se rompió al pensar en ese niño vulnerable buscando la aprobación y el amor de un hombre que no reparaba en él más que sus errores. En esa soledad bestial que lo hacía observar a su familia como si no perteneciera a ella. Veía el orgullo de un padre por su primogénito, el apoyo a su honorable hijo menor por ser tan dedicado a la comunidad, el amor y devoción por esa niña por ser la más pequeña, por ser la única niña. Y él estaba ahí, gravitando alrededor sin nada más que ser un observador del cariño y afecto de una familia que no reparaba en su presencia. Podía sentir como él se sentía insuficiente, inservible. Y eso la entristeció.

— ¿Estás listo para ver a tu madre?

— Debo estarlo.

Ella se incorporó y tomó sus mejillas mientras buscaba su mirada. Dio suaves círculos en sus mejillas esperando a que él finalmente la mire, sus pestañas hacían sombra en sus rasgos.

— No debes estar nada. — Hablo a pesar de que él huía de su mirada. — No harás nada por obligación, si quieres ver a tu madre está noche lo haremos, pero si no te sientes preparado esperaremos hasta que te sientas listo.

Él levantó su mirada sorprendida y la clavó en ella con el semblante ilegible.

— Podemos parar esto cuando tú quieras. Esperarán a que tú estés listo y si solo quieres ver a tu madre y nada más, así se hará. No harás nada por obligación, no les debes nada ni ellos a ti. — Ella puso una mano en su pecho. — Solo haremos lo que tú sientas aquí, no permitiré que tu corazón sufra por las expectativas ajenas.

— Es tuyo. — Él puso una mano sobre la de ella que descansaba en su pecho. — Te lo di desde que te sentaste a mí lado a ver las estrellas.

— Entonces no permitiré que nadie lastime mí corazón. Esto seguirá si tú así lo quieres, si lo deseas. Nunca más Christopher, nunca más volverás a sentirte insuficiente o harás algo que no desees.

— Gracias. — Susurro con el nudo en la garganta.

Apoyó su frente en la suya y suspiró largamente.

— Hoy me sentí muy orgulloso de ti.

— Yo de ti. Y hasta me excite viéndote tan hermoso caminando por ahí.

— Eres increíble. — Dijo el riendo. — Tus ideas para llevar está situación fueron extraordinarias.

— ¿Verdad? — coincidió ella riendo incrédula. — Hasta yo me sorprendo de mi eficacia a veces.

Se carcajeó y apoyó su cabeza en su estómago.
Pasaron varios minutos en silencio mientras ella volvía a acariciarle el pelo suavemente y no dejaba de verla. Cerró los ojos cuando la escuchó tararear en voz baja y cerró los ojos disfrutando de su voz.

— Faltan dos noches para navidad. — Dijo ella atrapando su mirada.

— Seguiremos con nuestros planes. — Murmuró pasando la yema de los dedos por su pecho y sonriendo cuando el pico se arrugó.

— No toques si no vas a terminar. — Le dijo dándole un manotazo.

— ¿Quién te dijo que no lo terminaré?

— A bañarse. — Dijo ella y se levantó rápidamente.

Dio un grito ahogado cuando él le dio una nalgada.

— Un día te la devolveré. — Amenazó mientras se ponía la bata.

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