Raven subió a su cuarto y se quitó la cinta del cabello que le molestaba, estaba demasiado apretada. Lo que le molestaba en realidad era lo despectivo que había sido Milton con respecto a su nuevo proyecto, como si no le hiciera feliz que a ellos les vaya bien, le molestaba los comentarios de Christopher y su falta de tacto a la hora de hablar de su relación con Milton. Decidió que no quería pensar en eso y se concentró en arreglar una de sus enaguas que estaban descosidas, escucho la puerta después de un rato y por la ventana vio que Milton se marchaba. Cansada de fingir que hacía algo, dejó las cosas en la destartalada silla donde estaba siempre llena de telas y sus cosas de costura. Escuchó a su padre mientras trajinaba en la casa, seguramente apagando todo para retirarse a dormir. Cuando las luces se apagaron y todo se sumió en el silencio se recostó en la cama y miro el techo. Hacía un mes que Milton frecuentaba la casa, su padre le había insinuado que quizá estaba interesado en su hija y él había contestado que la quería como una amiga muy querida, y eso la había entristecido. Después de fingir que dormía se levantó y decidió que se haría un té, al mirar por la ventana vio a Christopher sentado en el jardín observando el cielo, se puso el chal y salió despacio y se sentó a su lado, él no la miró pero ella pudo ver su sonrisa de suficiencia.
— Crees que tengo razón con lo de Milton. — No era una pregunta y él asintió.
— Hay gente que quiere que nos vaya bien pero no mejor que ellos.
— ¿Crees que él quiere vernos fracasar?
— No. Creo que su temor es otro.
Ella lo miró extrañada.
— ¿A qué te refieres?
— No quiero discutir contigo hoy. Estoy disfrutando de la luna y las estrellas.
— Dímelo.
— No, Pajarita. — Le dijo él estirando las piernas y apoyándose en sus codos.
— No me digas así. Christopher. — Murmuro y él la miró sorprendido. — Dímelo.
— Tu lo quisiste. — Él suspiro y puso los ojos en blanco. — Es claro que él no te quiere; pero te da esperanza porque le gusta tenerte como su enamorada, y lo más importante es que sabe que mientras te tenga en su mano tú guardarás silencio. Ahora… si tu llegas a estar bien económicamente como para estar a su nivel… entonces no podrá hacerse el tonto y no pedir tu mano. Pasarías a ser una candidata importante en el pueblo pajarita, incluso hasta podrías tener una dote.
— Él no busca dinero. — Le dijo perpleja por su teoría.
— No, es cierto. — Coincidió él con un ademán ligero. — Pero él ha dado esa excusa cuando tu padre insinuó su creciente amistad, sin saber claro que te está usando.
Ella suspiró molesta.
— Estaba presente ese día en que él dijo que con lo que gana no le alcanza para tener una ”esposa”, pero si tu tienes tu trabajo, un oficio y te va bien no necesitarías a un marido que te mantenga y ahí es lo que a él le molesta.
— No creo que sea así. — Dijo con pesadez en el estómago.
— Cree lo que quieras, Pajarita.
Estuvieron en un silencio cómodo hasta que el suspiro y miro el cielo.
— Tengo unas ganas de huir.
— ¿Huir a donde?
— No lo sé, si supiera, ya hubiera huido.
Ella rió divertida.
— ¿Eras malo verdad? — Pregunto en un susurro.
— Aparentemente. — Contestó con un suspiro sin mirarla.
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Mentiras Negras ✓
RomantizmRaven Anderson no sabía muchas cosas de la vida, lo que si sabía era hacer un buen pan, atender su panadería y amar a su padre. Cuando un misterioso hombre llega a su posada herido e inconsciente, decide ayudarlo y curarlo. Y a medida que conoce a s...