Christopher agradeció a la mujer de mediana edad los vestidos para Raven y la muda de ropa que habían encontrado para él, con la ropa bajo el brazo y la bandeja con más comida subió las escaleras. Dio dos golpes con el pie y espero que ella le abra la puerta.
Cuando ella abrió la puerta, él sintió que su corazón saltaba en su pecho al verla, con las mejillas ruborizadas y el cabello húmedo en una trenza a su costado era lo más hermoso que había visto. Tenía puesto un suave camisón largo que le quedaba enorme y disimulaba todas sus curvas, pero aún así él sabía que ella ahora tenía una cintura más fina y sus caderas amplias estaban disimuladas en la tela blanca. Le quitó la bandeja y le dio una suave sonrisa.— Has tardado más de lo que había pensado. Aprovecha el agua antes de que se enfríe. — Lo urgió mientras ponía la bandeja en la mesa.
— Te he traído unos vestidos.
Él se quitó la chaqueta y luego la camisa siguió, cuando se desabotonó el pantalón miró por encima del hombro y vio que ella lo miraba fijamente.
— ¿Ves algo que te guste, Pajarita? — Pregunto divertido.
— Perdón. — Musito y en un jadeo ahogado le dio la espalda.
Cuando se hundió en el agua se le escapó un gemido largo.
— ¡Cuánto extrañaba el agua caliente!
— De verdad es que no hay nada que pueda ganarle. — Le dijo ella y él volteo a verla.
Aún seguía dándole la espalda y la vio mover las cosas de la bandeja nerviosa.
— Espero que estos vestidos te queden bien.
— Eso espero.
Christopher se hundió en el agua y por un momento simuló que estaba en el océano, se imaginó hundirse en esas aguas azules y frías. El recuerdo lo asaltó.
Le encantaba meterse al agua y sus playas favoritas eran las del mar mediterráneo. Nada podía compararse a sus aguas celestes y de arenas blancas. En el agua se sentía a salvo, seguro y siempre lo sorprendía. Los mejores amaneceres eran en medio del océano, al ver al astro rey alzarse sobre el agua, ver cómo cada pulgada comenzaba a aclarar ese océano negro que lo rodeaba. No importaban los problemas cuando se tiraba al agua.
— ¿Piensas pasarte todo el día ahí? — preguntó una voz y él se volvió a ver.
— Estamos en descanso, Hansel. El último barco que atracamos estaba a rebosar de dinero, compre buenas joyas con lo que me quedo, tenemos provisiones, podemos quedarnos en esta playa por unos días.
— ¿Qué harás con tu parte? — Pregunto curioso el grumete y el río divertido y se dejó flotar.
— La curiosidad mató al gato ¿Sabías?
— Me gustaría hacer lo que tú. — Contestó el joven metiendo los pies en el agua mientras lo miraba desde la escalera del barco.
— Entonces follate a cualquiera que puedas pagar.
— No te he visto pagar por follar.
— Porque no lo necesito. — Él lo miró y le sonrió. — Pero de vez en cuando tengo deseos que no todos están dispuestos a cumplir si no pago por ellos.
— ¿Puedo hacer una pregunta personal?
— Hazla. De ahí que la contesté…
— He oído por ahí que el señor Smith dice que… el doctor y tú… disfrutan pasar mucho rato juntos.
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Mentiras Negras ✓
RomanceRaven Anderson no sabía muchas cosas de la vida, lo que si sabía era hacer un buen pan, atender su panadería y amar a su padre. Cuando un misterioso hombre llega a su posada herido e inconsciente, decide ayudarlo y curarlo. Y a medida que conoce a s...