Capitulo 31

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La noche llegó más rápido de lo que ella anticipó. Después de pasarse un par de horas en la cocina, Raven llegó con el tiempo justo para darse un baño y vestirse. Indecisa miro sus vestidos sin saber qué ponerse. Christopher eligió un vestido rojo, para coincidir con la celebración, argumento, pero ella no estaba muy segura. Finalmente se enfundó en un vestido celeste simple, las mangas cortas y el escote redondo. Se trenzo el cabello y el le puso una peineta pequeña con una suave ristra de perlas colgantes que descansaban sobre su peinado. Chris insistió en que lleve una simple cadena de oro con un granate colgando en una suave lágrima. Ambos listos, se dirigieron a la casa de sus padres. Él no permitió que ella lleve las tartas, lo hizo lo mismo.

— Es la primera y última vez que lo haces Pajarita.

Ella lo miró confusa y el levanto las tartas.

— No tienes que hacerlo.

— No llevamos nada de regalo para ellos.

— Yo soy el regalo. — dijo él y ella arrugó la nariz.

— ¿Dónde está tu lazo?

Él se miró la entrepierna y ella se carcajeó.

— Eres incorregible.

— Este lazo es solo para mí Pajarita.

Al llegar a la casa no hubo tiempo para prepararse ni hablar. La puerta se abrió y salió corriendo una joven, Raven solo tuvo tiempo de quitarle las cosas de la mano de él antes de que el borrón de blanco se estrellara contra su pecho. Un suave sollozo femenino se escuchó y Christopher apretó más contra su cuerpo a la mujer. Raven observó como un hombre más joven que incluso su marido se acercaba.

Christopher abrazo a su hermana y trato de alejarla, necesitaba ver a quien estaba abrazando, necesitaba ver el rostro de esa niña que él recordaba. Pero los suaves brazos lo tenían aprisionado del cuello y pasó una mano consolador por su espada. Miro hacía arriba y se encontró con unos ojos oscuros y estiró una mano tratando de tocar a su hermano que lo miraba con la emoción en su semblante.

— Esme. — Dijo Daniel tomándola de la cintura y alejandola.

Ella se dejó arrastrar, pero los brazos de Christopher no estuvieron vacíos mucho tiempo, Daniel lo apretó en un sofocante abrazo.

— ¡Maldito bastardo! — Exclamó su hermano dándole unas palmadas en la espalda. Se alejó un paso y lo miro. — ¿Dónde carajo te metiste?

— Estuve ocupado. — Respondió con una sonrisa, medio abrazado con su hermano estiró la mano y entrelazo su mano libre con la de Raven. — Déjenme presentarles a mí esposa, Raven.

Daniel lo soltó y se acercó a ella.

— Un placer conocerte. — Le dio un suave abrazo.

Entre sus manos ocupadas lo único que pudo hacer fue aceptar el abrazo poniéndose de puntas de pie.

— El placer es mío.

Cuando ambos se separaron vieron a Chris acunando el rostro de su hermana y mirándola en silencio. Una lenta sonrisa se dibujó en su rostro y luego plantó un sonoro beso en la mejilla de la joven con la que compartía el mismo color de ojos.

— Estás buenísima. Sabía que ibas a ser hermosa. — volvió a plantar otro beso en su mejilla y se alejó. — Mira Pajarita, si hubiera nacido mujer estaría así de buena.

Su hermana se sonrojo violentamente y Raven río suavemente.

— Estarías para comerte. — Coincidió ella y se acercó. — Es un placer conocerte a ti también, soy Raven.

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