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—Lo suponía, eras muy obvia—Dijo Akihiro bajando su nivel de emoción—¿Piensas hacer algo al respecto?

—No lo sé ¿Y si arruino todo? ¿Y si no me ve de esa forma?

Akihiro no pudo evitar girar sus ojos al oír las dudas de la menor. ¿Cómo hacía para ser tan inteligente y no darse cuenta de las cosas obvias?

—¿Cómo ve a sus otras amigas?

Kazumi trató de recordar alguna interacción entre él y otra chica. Tras varios minutos de búsqueda se rindió, encontrando absolutamente nada.

—No lo sé, no tiene otras amigas aparte de Tora pero supongo que tienen un trato más de primos o algo así.

—¿Le gustan las mujeres?

—Eso creo.

—Entonces algún cariño especial debe tenerte, al menos hablando objetivamente en base a lo que me estás diciendo—Concluyó mientras se recostaba sobre el escritorio de su hermana—Ahora si me pides una opinión...

—No lo hice.

—Deberías, porque tengo mucho para decirte—Antes de que pudiera seguirle la discusión, el mayor tomó la palabra—Pero como no quieres escucharme, te lo voy a resumir en que deberías arriesgarte. Puede que pierdas mucho pero la ganancia es más grande—Se dirigió hacia la puerta y mientras la cerraba detrás suyo, terminó de hablar—Solo piénsalo bien, sin que tus inseguridades tapen tus ojos ¿Si?

Kazumi se lo quedó viendo mientras de retiraba, comenzando a repetir sus palabras dentro de su cabeza e ignorando su grito desde el pasillo exclamando lo genial que fue lo que dijo.

¿Debería arriesgarme? Pensaba levantando su cubo rubik del piso, retomando el armado del mismo.

¿Debería arriesgarme? Pensaba levantando su cubo rubik del piso, retomando el armado del mismo

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Habían pasado varios días desde que Kazumi hizo las pases con sus emociones. Y aunque sentía que finalmente había solucionado algo, en realidad todo parecía haberse vuelto más difícil.

No podía estar al lado del chico sin temblar. No podía verlo a los ojos, ni siquiera entendía el como pudo llegar a abrazarlo o tomar sus manos sin morir en el intento.

Era realmente frustrante.

Quería pasar tiempo con él, pero al mismo tiempo le era imposible. Por ello es que siempre encontraba excusas para evitar quedase sola con Kenma.

Si no eran entrenamientos, era estudio o planes con otras personas.

Es verdad que si algo había aprendido Kazumi en ese año era que todo era mejor hablarlo. Que de nada servia correr de los problemas pues solo causaban mayor confusión, por más que una parte de ella siempre quisiera mantenerse en silencio para evitar cualquier conflicto.

Sabia que era real aquella frase de un libro famoso que iba algo así como: "Mientras guarde silencio, mis huesos envejecieron".

Pero también descubrió lo fácil que era vivir en contradicciones porque sin darse cuenta, acabó dejando pasar dos semanas en las que no compartió palabra alguna con él.

lover of mine | kozume kenma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora