Nate: Superman.

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Ella se alejó de mí y sus ojos se abrieron como plato, me miraba muy sorprendida y temerosa.  ¿Por qué mierda  había abierto mi bocata?

Nos miramos por unos minutos, segundos tal vez.  Ella no se movía y yo tenía miedo de moverme porque no quería que se fuera. Lo acepto, el ratón caliente me tenía hechizado.

-       ¿Cómo sabes mi nombre? –su voz sonaba tan intensa, que tarde en contestar.-

-       Tus cartas. Tú ponías tu nombre en ellas.  –Ella se dejo caer en el sofá y cubrió su rostro con sus manos- ¿Estás bien? –pregunté con miedo a estropear más la situación- Julieta…

-       No. –dijo fuertemente- ¿cómo sabes que yo era Julieta?

-       Ya te dije…

-       Millones de chicas te mandas cartas, Nate.- dejo caer sus manos y me miro, su mirada seguía regida por el desconcierto- ¿Cómo sabias que yo era Julieta?

-       No sé…yo…-¿qué le decía? Que la estuve buscando como un loco cuando dejo de mandar cartas? ¿Qué la vigilaba desde entonces y que nuestro encuentro no fue casualidad?-Te reconocí, una vez enviaste una foto.

-       Oh –dijo volviendo a tapar su cara- lo siento.

-       ¿Por qué?

Ella no respondió y yo volví a preguntar, pero ni siquiera me miro. Preocupado me senté junto a ella y toque su espalda, ella dio un brinco rápidamente y se puso de pie. ¿Qué haces ratón?

-       Tengo que irme.

-       No. – ¿Pensaba que podía dejarme así?

-       Si. Esto nunca debió pasar. Lamento la molestia que fui…yo…ugh –miro a todos lados escapando de mi mirada- lo siento, en verdad.

-       No.-volví a repetir y la tome de las manos.- Dijiste que no te irías.

-       Si, lo dije…pero esto…

-       No te vas a ir, he dicho.

Con un impulso cubrí su boca con la mía cuando ella estaba a punto de hablar.  Su boca se rehusó pero rápidamente siguió el movimiento de mis labios y lengua. Si un tiempo atrás me hubiera dicho que besar a mi ratón caliente sería una de las maravillas de mi mundo me habría reído hasta morir, pero ahora no. Ahora quería llevarla a mi cama, donde pertenecía su cuerpo. Que desde que se entrego a mí, ese cuerpo me pertenecía. Sólo recordar todo lo que habíamos hecho unas horas antes mi mejor amigo se volvía a poner contento, esta chica era mi kryptonita. Si, esta chica me hacía sentir como superman.

Mi mano comenzó a recorrer do su cuerpo lentamente, quería disfrutar todo. Ella siempre dijo que todo lo ella era mío, su cuerpo principalmente. Cuando quise quitarle la falta, ella se retiro y se alejo de mí. Parecía un venado huyendo de un cazador, pero ambos sabemos que yo era el vanado y ella era la cazadora que siempre ha querido atraparme.

-       ¿Ahora qué pasa? – no quise sonar molesto, pero ella no tenía por qué negarme su cuerpo.-

-       Esto no pude estar pasando –tomo su pequeño bolso- en verdad, tengo que irme.

-       ¡NO! –grité y ella saltó.

-       Me están esperando. Lo siento tanto. – ella camino hacia la puerta, pero yo me interpuse rápidamente  en su camino.- Por favor –rogó- esto es muy vergonzoso.

-       ¿por qué? Siempre has querido esto ¿no? Que yo viniera por ti, te hiciera el amor. Ahora no puedes irte así como así. ¿Quién te crees que eres?

Mi pequeña ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora