Capítulo 26

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—¿Y tus padres?— pregunto la señora Sofia con falso interés

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—¿Y tus padres?— pregunto la señora Sofia con falso interés.

—Trabajando— respondí con amabilidad.

—Entonces, ¿Con quién viniste?— un destello apareció en un mirada.

—Vino con Ares— Claudia respondió antes que yo, caminando hasta quedar a mi lado.

—¿Ares?— su voz salió con confusión, unos segundos después sonrío como si la nueva colección de Prada estuviera ante sus ojos, —Sabía que esto algún día pasaría, me alegro tanto por los dos, tu madre y yo planeamos su boda desde que nacieron, deberíamos de cenar las dos familias un día de estos.

Sonreí incómodamente, se que mi madre no quiere estar en la misma mesa que ella, —Claro, deberíamos hacerlo.

—Perfecto, organizare todo— asentí, volteo a la pelirroja junto a mi y cambio su expresión facial a una menos amigable, —¿Dónde esta mi marido?

Claudia no le responde, solo le señala la puerta, la señora Sofia entra, no sin antes despedirse.

Cuando por fin desaparece de mi vista suelto un suspiro largo, —Creí que nunca se iría.

—Coincido contigo— me responde.

—No entiendo porque insiste en ver a mi madre si ya no son amigas— explico mientras nos sentamos en las sillas.

—Hipocresía, ella sabe que perdió su amistad después de lo que hizo.

—Ni siquiera entiendo como siendo tan diferentes pudieron ser amigas— y es verdad, mi madre es lo contrario a Sofia.

—Tu madre no es una bruja— me responde Claudia y por primera vez en ese día la escucho soltar una risa genuina.

Finalmente, después de hablar un rato con ella, Ares sale de la habitación seguido de Artemis y Apolo. Claudia y yo nos levantamos, los ojos de Artemis encuentran los de Claudia y él aprieta sus labios antes de darse la vuelta y alejarse por el pasillo.

Apolo nos da una sonrisa de boca cerrada, sus ojos evitando los de la pelirroja a toda costa, — Vamos por un café, el abuelo preguntó por ti, Claudia, deberías entrar cuando salgan mis padres— y con eso el hermano menor de los Hidalgo siguió a Artemis.

Ares se acerco a mí, sus ojos azules llenos de emoción, de alivio, de tranquilidad, me alegra no verlo preocupado por su abuelo.

Me toma de la mano, me parece extraño que no saluda a Claudia, aunque puedo imaginar porque, —Vamos, Lena.

Volteo a ver a Claudia, quien baja la cabeza, un murmullo sale de sus labios, —Lo siento.

Ares la mira, —No fue tu culpa— él suena honesto, —La impulsividad de él jamás será tu culpa, Claudia.

Intentos fallidos (Ares Hidalgo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora