Capitulo 22

10 0 0
                                    

Ya una vez en carretera acelero, no demasiado como para ser peligroso, pero debo decir que aquel viaje fue de mucha ayuda, era relajante y dado que aquella carretera no era muy concurrida, era perfecto, me sentía en un cuento, era increíble, después de una hora aproximadamente llegamos al destino, entramos por un camino fuera de la carretera, y aunque las direcciones eran extrañas y llegarían a confundir a cualquiera, estaba segura que ni Evan recordaría donde estamos exactamente, tuviste que haber venido demasiadas veces para aprender el camino de memoria, así si es un secreto muy bien guardado de mi familia, baje de la moto cuando llegamos a una reja alta, saque mi llave y abrí, llave que siempre llevaba, a todos lados, fuera a donde fuera, una vez dentro le indique a Evan que se adentrara y cerré muy bien de nuevo, el camino desde aquí era más fácil, cuando llegamos pudimos admirar la casa, era de un color neutro para no llamar la atención, tenía algunos ventanales, pero no demasiados, incluso eran de un polarizado, deje que Evan estacionara la moto en el garaje, por mientras fui a ver si todo está en orden, cuando pase por uno de los pasillos encontré una puerta abierta, eso llamo mi atención, jamás había venido sola aquí, siempre con papá, y conocía cada rincón de la casa, menos esta, nunca me había permitido venir a este lado de la casa, mire atrás por si Evan había entrado pero no, tome valor y abrí cuidadosamente, lo que había detrás me dejo sin aliento, me maree y me corazón corrió acelerado, esto no era una habitación cualquiera, era un maldito arsenal, jadee, miraba alrededor tratando de pensar en alguna respuesta lógica, pero nada se venía a mi mente, había armas en esta casa, lo sabía, pero solo eran para entrenamiento, en alguna de las columnas faltaban armas ¿Alguien había venido aquí? Mi mente me recordó la voz de Papá de Owen, por dios, trate de regularizar mi respiración, escuche una puerta abrirse y cerrarse; Evan, reaccione o más bien me obligue a hacerlo, no toque nada y salí de ahí no sin antes ponerle seguro por dentro.

-¿Cass?

-Ya voy- trote hasta la entrada, Evan miraba todo con precisión,

-Vaya, debo admitir que nunca pensé ver algo así.

-Oh, créeme aun no has visto nada- le invite a pasar y lo dirigí hacia otra parte de la casa, de ser posible lo más alejado del aparente arsenal de mi familia.

-Mierda- susurro.

-Sí, papá ha estado obsesionado desde siempre con nuestra seguridad, dice que este mundo jamás será seguro, para nadie y menos para las mujeres, así que desde que tengo memoria me ha entrenado en todo lo que puedas imaginar, a decir verdad, me gusta, me gusta saber que puedo defenderme.

-Vaya, él es muy precavido- asentí, trate de escrudiñar cada centímetro de su rostro, esperaba que esto no lo asustara o algo parecido- ¿Entonces me trajiste para relajarte o algo parecido?

-Sí, esto es lo único que me permite dejar de pensar.

-Vale, de acuerdo, entonces para mí está bien ¿Por qué quieres empezar?

-¿Qué tal un poco de artes marciales?-arqueo una ceja.

-Claro, aunque no te sorprendas, mi familia era casi igual, así que se mucho de algunas cosas.

Mi respiración y latidos regresaron a la normalidad después de saber que para Evan no era del todo extraño esto, para mí lo fue al principio, pero papá siempre me recordaba que era porque él no siempre podría estar a nuestro lado y nosotras teníamos que aprender a defendernos, más que nadie yo podía entender eso, yo sabía cuántas personas malvadas podían existir en este mundo.

Después de algunas horas, estábamos en la cocina tomando algo de beber, pasamos por la sala de artes marciales, natación, tiro al arco, campo de obstáculos y quise guardar lo más extraño para mí y mi familia así que definitivamente no le conté sobre la sala de disparos y mucho menos donde había espadas y dagas.

El Ángel PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora