Capitulo 23

10 0 0
                                    

Mi padre siempre me habían enseñado en sentido de la responsabilidad, el ser fuerte, ser inteligente, ser frio, ser mejor que cualquiera, todo desde que tengo uso de razón, todo para ser el segundo al mando, porque por supuesto él era el rey, el rey de todo, lo bueno que hay dentro de mí solo lo puedo agradecer a mi madre "Y a Cass" una voz susurro e hice caso omiso.

-¿Ya despertó?- una voz resonó en aquel lugar, curve mis labios hacia arriba, con una sonrisa arrogante, eran un par de idiotas, no pude evitar reír.

-Gracias por la siesta.

-Vaya, hasta que el príncipe despierta o más bien serias la bella durmiente- ambos rieron.

-Creo que ustedes son estúpidos- uno de ellos gruño- vamos, me trajeron justo a donde quería- los dos compartieron una mirada confundida- ¿Aquí es donde tienen a todos, no?

-Eso no te concierne, humano, ahora cierra la boca, pronto decidirán que hacer contigo.

-Pero para eso tengo que esperar ¿Qué?- hice una pausa mirando a la ventana con barrotes, faltaban al menos dos horas para que el sol se pusiera, por lo que deducía que llevaba aquí casi un día entero- Tal vez dos horas o quizá tres, sé que ellos no volverán pronto, están haciendo sus cosas a algunos pueblos de aquí, yo solo necesito algunos minutos- ya había desatado las cuerdas que retenían mis manos, tomo esa misma soja y me abalance sobre uno asfixiándolo, el otro corrió de frente y lo golpe con fuerza tan solo con mis piernas, eran principiantes y aunque eran fuertes eran estúpidos, no daré tanto detalle porque el final siempre era el mismo, fuera quien fuera yo ganaba, quite las llaves del cinturón, salí de mi celda, escanee todo el lugar con la mirada, había celdas más abajo así que me dirigí hacia ellas, después de buscar encontré a los 5 chicos por los que había venido aquí, estaban en malas condiciones pero nada que un buen reposo y cuidados podían curar, por eso habíamos hecho el trato con la Familia Marshall, subí a todos al recibidor, los acomode en donde pude, no me preocupe por que alguien entrara por esa puerta, nadie lo haría, a excepción de... el sonido de las puertas abriéndose detuvieron mis pensamientos.

-¡Owen!- el primero en acercarse fue uno de los chicos- por dios, nos diste un susto.

-Todo está bien, no sé porque trajeron a casi la mitad de ellos.

-Bueno el plan era una negociación, no que te retuvieran también a ti.

-Ellos no hicieron tal cosa, era más fácil venir hasta aquí, aunque no me invitaron cordialmente así que me tuve que invitar solo- alce la mirada hacia los demás, algunos me miraban con admiración, no quiero ser engreído pero su aspiración era ser como yo, desvié mi mirada hacia mi padre que solo estaba parado al frente con una línea recta pegada en sus labios, detrás Thomas, con su típico semblante.

-¿Dónde están los heridos?- detrás del bulto de hombres y chicos se asomó la hija mayor de los Marshall, no tuve que decir nada porque ella los capto con la mirada y se dirigió rápidamente a atenderlos.

-Si te pido que hagas negociaciones, tienes que hacerlas, es una orden, ellos te los iban a entregar, lo sabes- mi padre hablo fuerte, pero era un sonido tan molesto como el de un mosquito, además que siempre era el mismo discurso, "si te ordeno algo, tienes que hacerlo".

-Tranquilo Darek, tu hijo lo hizo bien, al final los chicos regresaron con bien, mi hija se encargara en un momento y nos podremos ir- su esposa se acercó sigilosamente.

-Waite, es Cass- mis músculos se tensaron, su madre me dedico una mirada furtiva pero no se dirigió a mí en ningún momento.

-¿Qué pasa con ella?- el semblante de póker que siempre mantenía su padre se transformó en preocupación, su esposa le tendió el teléfono mostrándole algo en la pantalla- lo siento, tengo que irme- salió del recinto y marco un número telefónico, deduje que llamaba a Cass, lo seguí con la mirada esperando a que empezara a hablar pero no lo hizo, solo tuve que esperar unos minutos más para que todos estuviéramos fuera, los 5 chicos estaban a salvo, solo una preocupación asaltaba mi mente.

El Ángel PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora