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Escocia—Castillo de Lakewood.


—Archie, ¿Candy ha respondido tu misiva?

—Querido tío, si mi logística no falla, a estas alturas mi misiva ya habrá pasado por sus manos.

—Espero que no le hayas sugerido que venga con aquel bárbaro—soltó con desdén, el conde de Montrose.

—Aquel bárbaro, como vos llamáis, es esposo de vuestra sobrina predilecta.

—Es un británico. Vos, sabéis que detesto a esos malditos salvajes—escupió con odio.

—No todos son como el maldito bastardo del hermano de lord Montague.

—Estoy convencido de que se está pudriendo en el mismísimo infierno.

Si bien, William Albert Ardlay, era el hermano mayor de la fallecida duquesa de Hamilton, a sus casi cincuenta y cinco años, seguía conservando gran vitalidad, su aspecto maduro y cabello con toques grisáceos le daban cierto porte, aquellos ojos azules reflejaban aun dolor, era un hombre tradicionalista y de carácter fuerte, para nadie era un secreto su gran predilección hacia Candy, pues según él, era el vivo retrato de su querida hermana.

La razón por la cual William odiaba tanto a los británicos, se debía al acto tan ruin cometido por el hermano del despreciable lord Montague, si bien dicho hombre, años atrás había mancillado a una inocente Rosemary, de escasos quince años, justo cuando ambos hermanos habían sido invitados al bautizo de uno de los vástagos de la reina Victoria. A causa de aquel trágico suceso una parte de la fallecida duquesa se quebrantó, llevándola incluso a intentar suicidarse, nadie comentó nada al respecto, pero el en ese entonces William I duque de Montrose, empezó su búsqueda de algún esposo aceptable para su hija mancillada, pues era consciente de que una hija así, simplemente le traería la vergüenza y muy difícilmente alguien la desposaría, para su buena fortuna Arthur White, duque de Hamilton, no lo pensó dos veces y solicitó su mano en matrimonio, no por cuestiones meramente políticas, sino por amor, un gran amor que le demostró hasta el último día de su corta vida.

Albert, cegado por el odio, y sin importarle las consecuencias mató a sangre fría al ser tan despreciable que había mancillado a su querida hermana, y sin inmutarse lo expuso libremente sintiéndose orgulloso de aquel acto cometido. lo que ocasionó que entre los Ardlay, y O'Malley, iniciara el repudio total hacia los británicos y quienes no tardaron en mover cada una de sus poderosas influencias para proteger a uno de sus integrantes, en caso de que los británicos decidieran tomar justicia de propia mano.

—Arthur no debió llevar a mi querida Candy a esa tierra de bárbaros. Dios sabrá como la esté tratando ese demonio.

—Hasta donde se me ha informado, él, la trata muy bien, la ama con locura, tanto que le ha permitido continuar con sus labores de caridad.

Una Duquesa Rebelde (Terryfic)  Ya en físico por Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora