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Grace, quien estaba enfundada en un vestido de muselina azul celeste muy sencillo, se encontraba inmersa en su lectura, disfrutaba poder pasar largas horas encerrada en la imponente biblioteca, para ella, los libros siempre habían sido sus mejores amigos, y aquel aliciente que le había ayudado a calmar su dolor, cuando quedó viuda. Lanzó un gran suspiro, justo cuando a su mente llegó la imagen del duque de Grandchester, jamás iba a negar la fuerte atracción que sentía hacia él, pero era más que consciente que un romance indiscreto era de lo más inadecuado. Era cierto que, desde el incidente suscitado en la galería, ella lo había estado evitando por vergüenza al saberse descubierta, todo gracias a la lengua viperina de su hermano, se sentía tonta y expuesta, por ello, cada vez que el duque intentaba acercarse para poder aclarar las cosas, ella prácticamente salía corriendo.

Su sobrina, junto con la familia de su esposo se marcharían en tres días. Candy desde aquel trágico accidente en el curragh, tuvo que guardar reposo, tal cual había sugerido el galeno, tras dos semanas en reposo absoluto, y gracias a la mejoría que ella mostro, se le pudo dar de alta y con ello el permiso para poder viajar. Lo más seguro era que no la viera hasta dentro de tres años, y eso, si todo marchaba bien, pero, no lograba entender por qué le afligía tanto la partida de aquel gallardo caballero.

—«Te estás comportando como una cría Grace» —se reprendió a sí misma, sacudiendo bruscamente su cabeza—. «Es obvio que te dejaste deslumbrar por la virilidad del duque». No supo en qué momento abandonó por completo su lectura y empezó a pelearse consigo misma. Con brusquedad, dejo su libro en el sillón y se puso de pie, caminando de un lado a otro, meditaba, mientras su semblante reflejaba angustia y culpabilidad, era un remolino de emociones y eso para nada le agradaba, si alguien la llegaba a descubrir, se vería en serios problemas.

El ruido del pomo de la puerta girando se hizo presente, el duque de Grandchester, buscando un poco de tranquilidad, optó por encerrarse en la biblioteca y disfrutar de un buen libro, pero su plan cambió abruptamente, cuando justo, enfrente de él, una bella dama de cabello rojizo y largo, caminaba por toda la estancia, se le veía nerviosa y molesta. Hasta que aquellos preciosos ojos verdes, tal cual esmeraldas, lo miraron con sorpresa.

—Lo... lo lamento, no sabía que usted se encontraba aquí milady—dijo por fin, intentando ocultar su nerviosismo.

—Excelencia—espetó ella, deteniéndose de golpe y posando sus manos en los costados.

—Me alegra encontrarla. Me gustaría hablar con usted—dijo serenamente, cerrando la puerta tras de sí.

—Le importaría si charlamos después, necesito terminar de leer mi libro—respondió, volviendo a sentarse en el silloncito. Debido a los nervios, tomó el libro al revés, fingía leer de manera concentrada, cuando la realidad, era que estaba muerta de los nervios.

El duque de Grandchester, se limitó a observarla, mientras con paso seguro se acercó a uno de los libreros, para buscar algo que fuera de su completo agrado, examinó minuciosamente aquel mueble, sus ojos recorrían cada uno de los títulos que ahí se encontraban exhibidos, hasta que se posaron en uno de historia. Aquel ejemplar, estaba forrado en cuero, y era lo suficientemente grueso, dando la impresión de que se trataba de una enciclopedia. Justo, cuando se estaba sentando en uno de los sillones que se encontraba enfrente de Grace, pudo percatarse que el libro que ella aparentemente fingía leer se encontraba al revés, aquello le pareció de lo más divertido.

Una Duquesa Rebelde (Terryfic)  Ya en físico por Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora