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Tras idas y venidas de Londres a Escocia, transcurrió el mes de enero y daban la bienvenida al mes de febrero, aquel mes tan esperado por todos los miembros de la familia. Si los cálculos no fallaban, Candy daría a luz la primera semana, su vientre ya estaba demasiado abultado, tanto que incluso ella bromeaba diciendo que en cualquier momento reventaría. Los antojos extraños nunca secaron, por el contrario, estos aumentaron, sus cambios de humor drásticos se relajaron, lo único que no soportaba eran los constantes dolores de espalda y que sus pies se hincharan. Agradecía estar embarazada, pues gracias a ello dejó de usar los tan incómodos y tortuosos corsés, definitivamente aquello era la única ventaja del embarazo.

En Lakewood, todo estaba dispuesto para cuando aquel maravilloso milagro sucediera, el galeno Johnson se instaló a tres habitaciones de la de Candy, esto con la intención de tenerla vigilada. Terrence y Stear, tuvieron que regresar a Londres para adelantar lo más que pudiera de trabajo, según los cálculos de ellos, regresarían en tres días, el tiempo suficiente para presenciar el parto.

—Te noto muy cansada—confesó William con evidente preocupación, al tiempo en que acariciaba con ternura el rostro de ella.

—Es normal, querido primo. Está a nada de dar a luz—intervino Frederick, quien se encontraba sentado en un silloncito, mientras degustaba un chocolate—. No puedo creer que ahora me fascinan estas cosas, si sigo comiendo esto, en un abrir y cerrar de ojos, mi musculatura desaparecerá.

—Es normal, después de todo ya estas viejo—atacó Richard.

—Mira quien lo dice, le recuerdo, excelencia, que usted me lleva algunos años.

Si bien, Frederick y Richard, tras haber tenido ciertas diferencias al principio, terminaron haciendo una tregua. Frederick, había sido sincero al decir que adoraba a Grace y que si bien, si ella no fuera su pariente, sin duda alguna la cortejaría, pero dada las circunstancias, él la veía como a una hermana, a la que sólo le encantaba molestar. Richard, agradeció aquella sinceridad, y no conteniéndose más, le confesó los sentimientos que tenía hacia dicha dama y como fue rechazado con cierta sutilidad.

William, quien desde un inicio se mostró renuente a convivir con la nueva familia de su sobrina, para él, ellos simplemente eran unos bárbaros estirados, de los cuales no toleraba ni siquiera su acento tan refinado, gracias a la breve estancia de ellos, pudo darse cuenta de las grandes personas que eran y sobre todo del cariño que le tenían a Candy, eso bastó para dejar caer aquellas barreras que había construido, con el tiempo descubrió que tenía cosas en común con Richard, incluso ambos, iniciaron un negocio de exportación de algodón y cacao, sin duda aquello sería beneficioso.

—Pero debo recordarle capitán O'malley, que sigo manteniendo mi buena figura. Ejercitarse todas las mañanas ha sido muy útil.

—No tenía idea de que usted fuera un caballero muy vanidoso, me deja sorprendido.

Una Duquesa Rebelde (Terryfic)  Ya en físico por Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora