15

559 66 4
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


10 de julio 1864—Escocia— Castillo de Lakewood


Mi queridísima, joya. Os echo tanto de menos, no hago otra cosa que recordaros con nostalgia y rogar a Dios Padre que os proteja ante cualquier posible peligro que pudieses correr en aquella tierra de bárbaros.

Aún recuerdo el día en que vos naciste, es como si hubiera sido ayer. El castillo de Lakewood se encontraba envuelto en gran júbilo y en la iglesia de San Rule, se hicieron tocar las campanas, treinta campanadas para ser exactos. Vuestra madre se sentía dichosa y ni qué decir de mí. La primera vez que os tuve entre mis brazos, me juré solemnemente cuidarte y velar por ti, pero lamentablemente no pude cumplir aquello.

Sigo indignado con vuestro padre y vuestra tía. Ellos te obligaron a viajar aun en contra de tu propia voluntad. Siendo honesto, vuestro matrimonio no me causó alegría alguna, todo lo contrario, demás esta decir que todos en la casa O'malley y Ardlay seguimos esperando la más mínima señal que nos envíes para traerte de vuelta a vuestra tierra, aquella que te ama y se enorgullece de que por tus venas corra sangre escocesa.

He prometido hacer un gran esfuerzo sobrehumano para entablar al menos una conversación civilizada con vuestro esposo. No esperéis mucho de mí, pero con tal de volver a veros, soy capaz de vender mi alma al mismísimo Diablo. Espero con ansias el día de vuestra llegada.


Os quiere William Albert Ardlay.



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Esas habían sido las palabras escuetas escritas por el duque de Montrose. Candy, era consciente del gran esfuerzo que estaba haciendo su tío, y por una parte agradeció su sinceridad y buena disposición al intentar conocer a Terry. Si el gran y temido duque de Montrose, lograba hacer un acercamiento con un británico, era un hecho que los demás miembros también lo hicieran,

Por esa parte podía estar un poco más tranquila y concentrarse tanto en su matrimonio como en sus deberes como futura duquesa. Sentada en su diván, volvió a evocar aquellos años en los que se oponía rotundamente al matrimonio, aquellos en donde prefería ser enclaustrada en un convento de monjas a ser infeliz por el resto de su vida, pero ahora, eran solo simples recuerdos. Tras algunas semanas después de su enlace precipitado, finalmente era consciente de lo que significaba una luna de miel, compartir el lecho con alguien más, hacer el amor cada noche y demostrarse públicamente cuánto se amaban. Terry se había abierto con ella, le había confesado sus más íntimos secretos, aquellos que incluían su triste infancia. Gracias a la convivencia diaria, aprendió a leer cada gesto, tanto que fácilmente se podía percatar cuando algo lo aquejaba o encolerizaba. Adoraba cada uno de los debates que sostenían, su repertorio era tan amplio, que resultaba difícil aburrirse, al final uno aprendía del otro, haciendo que su matrimonio se fuera fortaleciendo.

Una Duquesa Rebelde (Terryfic)  Ya en físico por Romantic EdicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora