Extra: Dulces de Flor de loto

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Hoseok observaba la celebración que le había hecho su familia y amigos, sus tres hijos danzaban de una forma magnifica al ritmo de la dulce melodía del gayageum y la bipa, los sonidos poderosos del buk y el janggu. Taehyung brindaba con sus amigos mientras Jimin danzaba al lado de Taemin y Kihyun. Hoseok paseaba por las lámparas de papel y la fogata, le fascinaba ver todo lleno de luz y de alegría.

De pronto vio a una mujer cerca del bosque, justo por el camino que conducía al río, se frotó los ojos pues a quien veía ya había muerto hace tiempo. Sintió algo cálido en su pecho y sin pensarlo se escabulló por todos los miembros de la manada hasta llegar al bosque, a su mente vinieron los recuerdos de esa persona, ni siquiera se había despedido de ella. 

Hoseok volvió al día en que estaba de solo siete años, se acababa de transformar en un niño y sus padres lo habían encerrado en aquel cuartucho, una simple cama con una cómoda vieja y una pequeña ventana por donde veía el bosque y las colinas. Tenía hambre y esperaba a la única persona que le había demostrado cariño, fue al atardecer cuando apareció, pues en ese momento su padre iba a la junta de alfas y su madre le acompañaba. Cuando la puerta se abrió, Hoseok sonrió y allí estaba la Omega más hermosa de todo el mundo con la mejor sonrisa.

Ella acaricio su cabello mostrando su sonrisa radiante y le habló con cariño.

Ella acaricio su cabello mostrando su sonrisa radiante y le habló con cariño

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—¿Cómo está el cachorro más precioso del mundo? 

— Ansioso, quería verte Noona. 

—  Yo también cachorro. Sabes le dije a mamá que te inscribiera con el nombre de Hoseok... ¿Te gusta? —  A Hoseok le brillaron los ojos, tenía siete años, aunque en años humanos. Tenía a penas dos años de haber nacido y solo lo llamaban cachorro, su madre a veces le visitaba, pero siempre salía llorando y Hoseok no sabía el porqué. 

—  ¡Me encanta! Jung Hoseok se escucha como un buen nombre. —  Ambos empezaron a conversar y a comer, Jiwoo tenía dieciséis años, Park la deseaba y hace dos años había atacado la aldea para obtener a la chica como resultado el alfa Jung se había enloquecido por aquella pócima.

Al día siguiente cuando Jiwoo llegó al cuartucho Hoseok lloraba, se acercó y lo abrazó. —  Me golpearon Noona, ellos me lastimaron solo quería tener amigos. 

—  Mi cachorro, Hobi yo te sanaré y mañana que  es tu cumpleaños yo te traeré los dulces de flor de loto para celebrar. 

—  Gracias Noona, te amo.

Hoseok sonrió y las lágrimas empezaron a cubrir sus mejillas, sus recuerdos con su hermana eran pocos, pero los mejores de su vida. La Luna brillaba en todo su esplendor y sentada en una roca junto al río estaba ella, sonreía y respiraba el aire limpió del bosque, luego lo vio y agitó su mano con emoción y Hoseok no podía creerlo, corrió hasta el lugar y se lanzó a los brazos de su hermana. 

—  ¡Cachorro, que feliz te veo!

—  Noona ¿Cómo puedes estar aquí? —  dijo llorando mientras restregaba su rostro en el regazo de Jiwoo. —  ¡No sabes cuanta falta me haces! ¡Quería escuchar tu voz y sentir tu aroma!

Si no hubiera nacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora