CAPITULÓ I

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UN CUORE FERITO.


Antonella

Hoy es un día que nunca olvidaré. Después de años de dedicación y esfuerzo, por fin me encuentro en el día de mi graduación universitaria. Cada paso, cada tarea completada, ha sido parte de un largo viaje que finalmente llega a su fin.

La ceremonia de graduación está llena de emoción y anticipación. Miro a mi alrededor y veo a mis amigos, mis compañeros de clase, todos compartiendo la misma sensación de logro y satisfacción. El profesor que tanto admiro pronuncia unas palabras inspiradoras, recordándonos el valor del trabajo duro y la perseverancia.

La ceremonia dio inicio, mis amigas a un lado mío, esperando nuestro llamado para poder recibir la documentación. Estoy muy nerviosa.

"Buenas tardes a todos. Es un honor darle apertura a esta entrega. Felicidades a los graduados y éxito en este camino", dijo el profesor Lucas, siempre tan positivo y gentil. Extrañaré los días de enseñanza; fue uno de mis profesores favoritos. Muchos piensan que estudiar en una universidad privada es solo pasar, pero no es así. Ninguno de mis profesores me regaló notas; siempre me esforcé por dar lo mejor, a pesar de que mis padres poseen una fortuna y podría haberlo tenido todo. He trabajado por mis logros, y aunque al graduarme tuve que dejar mi trabajo, extrañaré las cosas en el bar, donde siempre obtenía buenas propinas.

-Señorita Leah Antonella Walton Johnson-, escuché mi nombre. Me puse de pie, dando pasos no tan rápidos, no quiero que piensen que estoy apurada. Caminé y subí los escalones, me acerqué al director para tomar mi diploma. Había una fila de profesores a los que saludé, extendiéndoles la mano, sonriendo mientras sentía los flashes de las cámaras en cada toma. Siento un escalofrío de emoción recorrer mi cuerpo. Mis padres están entre el público, con lágrimas en los ojos y sonrisas de orgullo. Sé que están orgullosos de mí y me alegra saber que soy la razón. Nada se siente mejor que saber que tanto esfuerzo al fin tiene su recompensa.

El día terminó llevando a mí y mis amigas a un bar de la ciudad. No me apetecía venir, pero su insistencia era tanta que no esperaban otra respuesta. No suelo ser la chica que sale a tomar o de fiesta; prefiero tener un libro y un café mientras veo el sol ocultarse. Es la sensación más placentera que he podido experimentar. Venir de una familia con poder hace que los accesos a los lugares sean fáciles, pero no todo es tan bueno como parece. Como en todo en la vida, hay pros y contras.

-Leah-, escuché el grito de Sarah. La vi acercarse y levantar sus manos para llamar mi atención entre la multitud y la música. Es difícil poder observar o escuchar con claridad, pero Sarah logra llegar hasta mí con una sonrisa que indica que trama algo. No suele sonreír de esa manera para nada.

-A ver, dime qué pasó por tu cabecita-, hablé, posando mi dedo entre sus cejas.

-Nada, encontré a un tipo que está aquí y me invitó a un trago. Lo otro llevó a que me iré con él. Ya sabes, un polvo no está de más- dijo. No era sorpresa; ella era la más activa del grupo. Nunca deja ir un polvo, ya sea con una mujer u hombre. Me sorprende su capacidad para atraer a tantas personas. Tiene una dulzura que es capaz de atraparte; nunca puedes decir que no.

-Bien, ve. Cuídate y no olvides que mañana me voy-, sonreí y la abracé. La vi alejarse tomando de la mano a un chico que lucía bastante atractivo. Si esa chica tiene suerte, el resto de mis amigas están bailando, por lo que parece que será una noche larga. Siempre suelo quedarme sola, y aunque odio ser la niñera de todas, es lo que hacen las amigas: estar en las buenas y malas. Lamentablemente, este día no haré de niñera, ya que mañana me voy. Tengo un vuelo para Inglaterra, una nueva vida o, como mi madre lo llama, un comienzo.

La Esposa Del Magnate© {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora