CAPITULO V

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UN TOCCO.

Antonella

El tiempo cada día se vuelve tan rápido. Es viernes, solo un día para la fiesta de compromiso. La llegada a Italia fue agradable; extrañaba los besos y abrazos de mi abuelo. El tiempo aquí me ha acercado más a Rinaldi. Hay más besos y toqueteo, pero nada pasa a más, y me gusta tener esa intimidad entre ambos, como nuestros pequeños momentos y secretos.

La vista de la alberca rodeada de siembras es el plano en mi visión. Amo este lugar, sobre todo el balcón en forma de copa de vino, algo realmente encantador. El agua de la pileta es fresca, el sol está en su punto máximo, y la tranquilidad que siento es magnífica. Mis pies se mecen al ritmo del agua, mis manos están apoyadas al lado de mi trasero, mientras alzo mi barbilla tomando el sol e intentando capturar el bronceado perfecto. No sé cuánto tiempo llevo en esta posición, pero es agradable. El grito de mi hermano me hace sobresaltarme y caer a la pileta, empapándome por completo.

— Vaya, sí que eres idiota —grito intentando nadar hasta llegar a la orilla y salir, tomando la toalla que está en la tumbona para secar un poco mi cuerpo y pelo.

— Tú eres tonta, solecito —habla el fastidioso.

— Cállate.

— Vaya, para ser la novia, eres una marimacha.

— ¿En serio?

— Que me encanta molestar, y además hace mucho que no te veía —comenta, abriendo sus brazos mientras camino hasta ser cubierta por ellos. Es un abrazo que he necesitado tanto; un año lejos de mi mitad es difícil, no ver a tu mellizo, a Adriano.

— Te eché de menos, Sol.

      — Yo también, fastidiosa.

Pasamos horas hablando, poniéndome al día con su vida y compartiendo risas y anécdotas. Pero todo terminó; él tenía que recoger a su novia, ya que estará en el compromiso y la boda. Estoy feliz de conocerla por fin. Mi hermano dejó de ser un chico de "nada serio" para tener algo serio, y están tan enamorados que me dan náuseas.

Por mi parte, sigo en la alberca. Alessandro salió por la mañana, ya que tenía un asunto de vida o muerte, o eso he sabido. Sus misterios son algo que me inquietan. He pensado en muchos motivos y soy tan tonta que descarto cada uno, porque tengo miedo de que sea verdad. Pero sé que al final lo aceptaré; es una parte de mi vida por muy tonta que me haga. Es la verdad que trato de fingir que no lo es, y maldición, odio esto.

Mi piel tomó el tono perfecto, dándome un aspecto más bronceado. La noche cayó en la gran Italia como cada día. Ceno sola; siempre he odiado la soledad. Muchas veces es necesaria, pero a veces solo pido un poco de compañía real. Esas solían ser mis amigas, lo único sincero que hay en mi vida. Pero con ellas lejos, me siento tan vacía. Saber lo triste que es llegar a casa y querer contarle a alguien tu día, y no tener nada más que a ti mismo. Comer en la soledad, solo con el sonido de tu respiración y tus pensamientos, acabando cada día con lo poco que has podido construir. Es tan triste que solo te queda fingir estar bien y mostrar lo mejor de ti. La puerta de la casa es abierta por un Alessandro borracho; son más de las diez. He estado esperando por él, pero veo que está ocupado. Su cuello está lleno de labial, formando besos por su mandíbula hasta rodear su boca y comisuras. La decepción es tan grande que solo observo en silencio, mientras una lágrima resbala por mi rostro. No debería afectarme de esta forma; al final, todo es una maldita farsa y lo que tenemos es un juego en el que ambos nos complacemos hasta saciar la atracción del sexo. Coloco el plato sobre la mesa, poniéndome de pie para ayudarlo a caminar, ya que su borrachera es mucha y botó todo a su paso. Tomo su mano, envolviéndola sobre mis hombros de forma que se sostenga para subir a la habitación.

La Esposa Del Magnate© {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora