CAPITULO VII

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Antonella Rinaldi.

FORNICARE.

FORNICAR.

Aproximadamente veinte minutos veo la silueta de Alessandro bajar con su típica mirada de arrogancia, lleva unos pantaloncillos de jeans junto a una camisa blanca, manga corta, sus gafas de sol puestas y su exclusivo reloj Hermes, juro que este hombre es salido de un cuento.

-Deja de verme de esa manera Bellezza-escuchó la voz de mi esposo sacarme de mis pensamientos.

-cómo te miro-Susurro colocando mis manos en su cuello atrayéndolo más a mí.

-como yo te veo a ti, con ganas de arrancarte la ropa y montarte como si no hubiera un mañana-deja un beso en mi cuello-de esa manera, así que no despiertes al diablo Antonella.

Termina por decir se da la vuelta tomando su mano y entrelazándola con la mía camino a su lado recorremos unos minutos observo cada pequeño detalle del lugar siempre deseé venir a Grecia, pero nunca se dio la oportunidad he pasado la mayoría de tiempo en New York a acostumbrada a una vida rutinaria, fiesta con Marcos, sexo el cual era horrible con él jamás llegue a experimentar un orgasmo quizás esa fue la razón por la cual todo se fue al carajo no me duele verlo con otra hace tiempo que lo que se suponía que teníamos murió la relación se convirtió en algo cómodo y sobrellevado ignore todo solo me metí en esa pequeña burbuja de protección porque creí que era amor talvez lo fue, pero no era tan fuerte.

Desde hace meses no he sabido nada de él excepto el ramo de tulipanes que envío a mi oficina un mes atrás, desde ese día me dejo en paz, seguí y heme acá caminando de la mano con un hombre frío y amargó el cual es mi esposo y que en poco tiempo se ganó mi corazón de una manera tan profunda que jamás creí poder amar tan intensamente.






(...)







Llevo más de cinco minutos observando el menú que no me percato que Alessandro, me habla subo la cabeza, mis ojos aun observando la carta de lente de mí, luego de unos segundos elevo mi vista para encontrándome con un Alessandro pensativo y serio.

-todo bien-pregunta en un tono de angustia.

-Mm... s...sí... lo siento pensaba en otras cosas-respondo entre tartamudeos.

Él asiente un tanto inconforme de mi respuesta en los meses que llevo con él, he notado que nunca me insiste en saber más o presionarme y es algo que agradezco porque si en algún momento hablo será porque lo desee más, no por insistencia.

En mis cortos veintitrés años, lograr todo lo que tengo ha sido un camino difícil, porque tu vida llega un punto en el cual no sabes si alguien está en tu vida, por tu dinero y estatus social o porque en verdad lo está de corazón, nunca terminas de saber si las personas que entra a tu vida son reales y vivir con el miedo de que solo te vean por su conveniencia es algo frustrante.

Mi vida no ha sido tan fácil como todos la recrean, como una revista lo narra, talvez si venga de una familia de mucho poder, pero todo lo que tengo es gracias a mi esfuerzo, mi trabajo y me siento plena y orgullosa de mí, en mucho tiempo no me sentía plena.

No adentramos a una larga conversación, con el tiempo he conocido un poco más de mi esposo.

Como.

1- No le gusta el café con azúcar.

2- Odia los afectos en público.

3- Siempre lleva un arma.

4- Su segundo hombre es Leonardo y cuyo nombre odia.

5- Y tiene un fetiche con mis pechos.

Y cada una de esas cosas son las que amo de él.

-sabes Antonella significa mujer de gran valor-murmura con su mirada fija en el postre.

-que ya lo googleaste-pregunto mientras llevo una cucharada del postre a mi boca.

-No, mi mujer de gran valor, simplemente, lose-se encoge de hombros con esa típica son risita moja bragas.

Luego de terminar de cenar caminamos por la orilla de la playa, la vista del sol escondiéndose entre el azul del mar es algo impresionante, me coloco frente al mar dejando que este moje mis pies, las manos de Alessandro se colocan en mi cintura atrayéndome a su pecho estrechándome entre su calor, coloco mis manos sobre la suyas nos que damos en esa posición observando el sol terminar de cubrirse.

-sabes, siempre he querido fornicar en la playa-susurra dejando besos por mi cuello.

-mmm... Que bueno que tengas una esposa que le encante hacerlo contigo.

-deberíamos hacer una lista señora Rinaldi.

-sorpresa la tengo.

-pues qué tal si la cumplimos juntos.

Suelto una risita mientras me doy vuelta y tomo su boca en la mía, el beso sube de intensidad y entre medio de la playa desolada y la luna hicimos todo como le llama mi esposo fornicar, es irónico estando casados ese término ya no entra en nuestras vidas.





Un poco corto Pero con amor, pero no los quería dejar sin actualizar.

Besos -A-


La Esposa Del Magnate© {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora