CAPITULO IV

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IL BACIO DAVANTI ELLE TELECAMERE.

Antonella

Las horas pasaron y, por un momento, olvidé todo el caos del compromiso. Mi padre lleva años conociendo a la familia de Alessandro; en un punto, lo supe cuando envié mi solicitud a la empresa y hablé para que no me dieran la vacante por ser hija de un viejo amigo. Quería esto porque lo merecía, y con el tiempo, así fue. Me sentí orgullosa. El día ha sido tan normal, empezando por Alessandro y su manía de causar problemas. El área de publicidad es un desastre; la antigua jefa era un desastre. No suelo juzgar, pero en verdad, esa mujer no sabía lo que hacía. Las campañas eran un asco; ¿cómo podían firmar con alguien tan irresponsable? No es que yo fuese mejor, pero siempre he sido muy exigente en todo, y cuando me propongo algo, no me detengo hasta conseguirlo. Sé que eso me convierte en una persona competitiva, pero no se logra nada si no es de esa manera.

La cantidad de trabajo es frustrante. Hay muchas campañas que aún no se han realizado y algunas solicitudes que no se han aceptado. He revisado varias y me he decidido por la de Balenciaga. Es una jugada buena en todo aspecto; la quiero. Sería un despegue para la empresa; dejarían de subestimar un poco el trabajo. En el poco tiempo que llevo aquí, no he escuchado buenos comentarios respecto a todo lo que se realiza. Las horas pasan y el trabajo me está estresando; es tanto que siento que mi cabeza explotará.

Unas horas después, reviso el reloj que cuelga: son las 6:00 de la tarde. Recuerdo la cena con Alessandro y me dispongo a recoger todos los documentos. Intento dejar un poco de orden, ya que la oficina es un desastre, llena de comida chatarra y mucho alcohol. Unos quince minutos después, escucho unos toques en la puerta. Me imagino que será mi pesadilla.

— Adelante —respondo.

Lo veo asomarse un poco por la abertura de la puerta sin exponer todo su cuerpo. Lo observo, enarco una ceja y coloco mi mano en mi cintura.

— ¿Puedo pasar, Antonella? —pregunta con su característica sonrisa desafiante

Asiento.

— Bien —responde—. ¿Estás lista ya? —habla rascándose el mentón.

— Sí, espera, solo termino de guardar unos documentos y nos vamos.

— Bien, pero no creo que eso solucione lo asqueroso que está este lugar.

— No me digas. Siendo el jefe, deberías saber en qué condiciones trabajan tus empleados. Y te digo, querido, que tu antigua empleada era una basurera y alcohólica —informo, señalando con la cabeza todas las botellas de Jack Daniel.

— Pero mira, si tenía buen gusto en alcohol —susurra con una sonrisa arrogante.

— Ay, no puedo creer que un idiota como tú será mi marido —susurro más para mí, pero sé que escucha mi fracaso de susurro.

— ¿Marido? —susurra como intentando creer lo que dije.

Ignoro su ceño fruncido y termino de guardar todo en las gavetas, metiendo algunos documentos en mi cartera, ya que revisaré las propuestas que me interesan.

Siento la mano de Alessandro tomar la mía, entrelazando nuestros dedos. No replico ante su acto, ya que debería acostumbrarme a esto; será mi esposo después de todo. Sería extraño que los cariños no estuvieran presentes en la relación falsa. Nos adentramos a un lujoso restaurante. Él pide su mesa y, por supuesto, está en una sala privada con vistas al enorme puesto de Inglaterra. La vista es irreal, mejor que en las fotos. Estoy tan concentrada que no noto hasta que siento una mano apretar mi cintura. La mano de Alessandro presiona más en mi contorno, acercándome a él. Me sonríe; qué descaro, me está sonriendo. Trato de ignorar sus actos de cariño, pero no es eso lo que me deja anonadada. Es el beso. Me besa, maldición. No le puedo decir que no a uno de sus besos. Siento sus labios tomar los míos, haciéndolos uno solo. Un jadeo escapa de mi boca al sentir su lengua juguetear con la mía. Este acto me hace perder la poca coherencia que tengo. Cada vez que me besa, mis sentidos se apagan. Lo siento jalar mi labio, terminado el beso. Rompe luego de unos minutos, ya que la falta de oxígeno era necesaria. Une su frente con la mía; nuestras respiraciones son agitadas. Siento su aliento rozar mis labios, tan caliente. Mis manos se encuentran en su pecho, intentando sostenerme, aferrándome un poco a la realidad

La Esposa Del Magnate© {BORRADOR}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora