El que me robó tu corazón
Harry no sabía qué hacer, la respiración de Ron era jadeante, el aire no llegaba a sus pulmones y parecía que en cualquier momento se desmayaría.
— Dios, Ron, por favor... cierra los ojos y relájate.
Ron le obedeció, la angustia por no poder respirar aumentaba y lo que más temía era que su amigo le viera morir, eso no podía permitirlo. Pensó en Hermione, la vio tan sonriente y hermosa como siempre, recordó su risa alegre y su mirada inocente. Quería volver a verla, necesitaba percibir nuevamente su perfume delicado, su mano tocando la suya mientras le sonreía.
Poco a poco fue sintiéndose mejor y el color volvió con suavidad a su rostro. Fue entonces que se animó a abrir los ojos y le dolió ver la mirada aterrorizada de Harry.
— Me siento... mejor. —afirmó mientras se esforzaba por sonreír esperando que de esa forma, Harry también se relajara.
— Me asustaste. Eres un tonto.
Harry abrazó a su amigo, en ese momento no tenía ánimo de reprenderlo por haberse sobre esforzado con la limpieza, lo único que importaba es que ya estaba mejor. Pero ahora volvía a desesperarse por no tener un avance con el Conde, él podría ayudarlo, tenía acceso a los ingredientes para pociones curativas y seguramente poseía los conocimientos para realizar las mejores.
Tal vez debería buscar un acercamiento aunque eso no estaba en sus planes iniciales, quería que fuese el Conde quien le buscara, necesitaba que la primera impresión no incluyera la posibilidad de que él sospechase de mezquinas intenciones. Eso lo haría diferente a los demás, sería el primero que no le busque, y marcaría un gran avance en el primer paso. Pero ahora ya no estaba tan seguro de lo conveniente que era, sobre todo en la repercusión del mal tiempo en la enfermedad de Ron.0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0
Al llegar el fin de semana, Harry y Ron se presentaron puntualmente en la finca de los Granger. Rodearon la gran valla que cercaba la enorme casona hasta llegar a una puerta de madera en el este de la propiedad, siempre estaba abierta para ellos pues conducía a un hermoso solario donde a Hermione le gustaba sentarse a tomar té y disfrutar del atardecer.
Ella ya los esperaba sentada en uno de los muebles de jardín. Al verlos se puso de pie enseguida, se le veía conteniendo la emoción. A su lado estaba un joven de su misma edad, de cabello tan rubio que brillaba con los rayos de sol. Su expresión era muy seria y no pudo disimular el recorrido que hizo de los pies a la cabeza a los dos invitados.
Tanto Ron como Harry lo notaron, era evidente la diferencia entre ellos. El prometido de Hermione lucía un atuendo digno de un príncipe, de un color gris oscuro y botas negras, mientras que ellos apenas habían encontrado algo de ropa que no tuviera demasiadas remendadas.
Harry sujetó a Ron por el brazo animándole a continuar caminando, estaba convencido que su amigo debía de estarse comparando con el apuesto rubio.
— Gracias por venir. —les saludó Hermione con una sutil reverencia.
Draco la observó de reojo sin creer lo que su novia hacía, no consideraba que esos dos personajes fueran merecedores de ser reverenciados.
— Gracias por invitarnos, Milady. —respondió Harry a su vez inclinándose respetuosamente y Ron le imitó en silencio.
Esa sencilla acción fue más del agrado de Draco, temía que la amistad de Hermione con gente de baja alcurnia le estuviese arriesgando a ser tratada con vulgaridad. La amaba demasiado, él besaría el suelo que su amada pisara así que siempre exigiría lo mismo de los demás.
Hermione arqueó los ojos ante la formal actitud de sus amigos, pero comprendió que era preferible seguir el protocolo hasta que Draco les conociera mejor.
— Les presento a Draco Malfoy, mi prometido.
Harry y Ron notaron el orgullo en la voz de Hermione, volvieron su vista hacia el aristócrata, el ojiverde fue el primero en extender su mano amablemente.
— Un honor conocerle, Sir.
— Lo mismo digo. —respondió aceptando el saludo—. Entiendo que usted debe ser Harry Potter.
— No se equivoca, él es mi hermano Ronald.
Ron y Draco estrecharon sus manos en silencio, Hermione les miraba con una sonrisa, parecía que todo saldría bien. Había temido que Draco no pudiera ser demasiado gentil, sus costumbres aristócratas eran muy arraigadas pero le conocía bien y ahora comprobaba que sus prejuicios no eran más fuertes que su corazón.
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Demonios con corazón de azúcar
Fiksi PenggemarEran dos almas solitarias buscando embaucarse el uno al otro. Sin embargo, sus artimañas quizá no sean tan eficaces cuando el corazón decide entrometerse. Snarry