La verdad sobre Harry Potter
— Ouch. —se quejó Harry con cierto toque mordaz, en realidad Snape no había sido rudo a pesar de que su mirada no cesaba de destellar furiosa.
— Te crees muy astuto, Potter, pero no tienes idea de con quién estás tratando. Yo en tu lugar tomaría mis cosas y me marcharía lo más lejos posible antes de que se agote mi paciencia.
— En realidad tengo curiosidad por saber lo que haría en ese caso. —responde sin dejar de sonreír.
Severus le sujetó firmemente por la mandíbula, quería con todas sus ganas borrar esa exasperante sonrisa. No estaba acostumbrado a que las personas le respondieran de esa forma, Harry Potter debería de estar temblando de miedo mientras rogaba por piedad. Y sin embargo, no lucía nada dispuesto a hacerlo.
Él no tenía idea que todo el interior de Harry sí temblaba, pero era más intensa la excitación que el miedo. Harry no podía sentirse en peligro inminente si el roce de los dedos de Severus sobre su rostro parecía más una caricia que una amenaza, el hombre le quería intimidar y sin embargo, actuaba incluso como si le asustara lastimarle.
— Tú lo has pedido, miserable arribista, te bajaré de esa nube por la que te paseas.
Severus soltó a Harry y regresó a su lugar justo en el momento en que Lucius volvía. El ojiverde se olvidó de ir en busca de Ronald, su deber era permanecer siempre junto a Señor de la casa.0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0=0
Severus desistió de revisar nuevamente los contratos, eso no sorprendió a Lucius, sabía que solo se trató de un pretexto para su presencia en su casa.
Cuando Draco bajó con ellos se dirigieron al comedor, Lucius ordenó a Harry regresar a sus habitaciones pero Severus se opuso y le exigió quedarse de pie en un rincón. Harry esperó a que Lucius dijera algo y fue hasta que el rubio asintió que se dirigió lentamente hacia la esquina más apartada.
— Padre, no creo que esto sea correcto. —susurró Draco sentándose a la mesa, le incomodaba ver a Harry ser tratado de esa manera.
— Opino todo lo contrario. —respondió Severus tomando la palabra, su voz era dura a pesar de estarse dirigiendo a su querido ahijado, además, fue lo suficientemente alta para asegurarse que Harry le estuviese escuchando—. Me he dado cuenta que han dado demasiados privilegios a un simple lacayo.
— Padrino, Harry no es un lacayo. —volvió a susurrar el chico, cada vez le preocupaba más que su padrino no moderara su voz.
— Lo es, Draco. —refutó el ojinegro—. Y le tuteas, y lo que es peor ¡dejas que te tutee! Eso no es correcto, has roto más reglas de las conocidas.
— Su situación en esta casa no es como la de los demás, Harry es el mejor amigo de mi prometida y...
— No me importa eso, no está como invitado y no puede ser tratado como tal.
— Si no es un invitado es porque Harry quiere ganarse su estancia pero...
— ¡Ay por Dios, Draco, no seas iluso! —exclamó el hombre con fastidio—. Te creí más inteligente pero ahora me estás desilusionando.
Draco bajó la mirada, aquellas palabras realmente le dolieron, su padrino era su segundo padre y siempre ejerció su papel como tal. Harry notó su congoja y se sintió mal por él, en ese momento su rencor hacia Snape aumentó todavía más pero no lo demostró, no tenía duda de que el hombre estaba haciendo y diciendo todo eso para herirlo a él, no a Draco, aunque no se daba cuenta que conseguía todo lo contrario.
Fingió que aquello no le importaba y vagó su mirada por el techo, era casi como si contuviera una sonrisa, eso seguramente le haría enfurecer más.
Y no se equivocaba, Snape sentía su estómago retorcerse en ácido hirviendo, pero sobre todo porque comprobaba una vez más que Harry era egoísta y altanero.
Por su parte, aunque Lucius había permanecido callado, tampoco le gustó la forma en que su mejor amigo le hablaba a su hijo. Iba a protestar, pero en ese momento Severus sacó de su bolsillo su varita mágica colocándola en la mesa justo en el centro.
Los Malfoy guardaron silencio observando, la varita era hermosa, confeccionada en plata y en el mango se había labrado una serpiente alada rodeada de cinco estrellas que simbolizaban el poderío de quien la poseía. Ellos la conocían bien pero pocas veces había sido usada con el propósito de ese momento, era un lenguaje silencioso que ahora invocaba la autoridad de Severus como Conde.
Tanto Lucius como Draco correspondieron al rito colocando sus propias varitas sobre la mesa con la punta dirigiéndose hacia ellos, era su manera de expresar que usarían su propia varita en su contra si la de Severus así lo ordenaba.
Draco contuvo su respiración en espera de la orden que debía ser obedecida, aunque ya sabía cuál podría ser y le angustiaba la idea.
Harry se olvidó de fingir que aquello no le interesaba y se concentró en lo que sucedía en la mesa, nunca en toda su vida vio tres varitas juntas, pero la que más le encantaba era la de Snape, debía ser maravilloso tener una como esa, seguramente haría la mejor magia del mundo.
Severus le observó y sonrió cínico, se sentía triunfante, ahora nada impediría darle una lección a ese maleducado.
— Invoco al poder que su Alteza me ha concedido y ordeno que cumplan mis deseos. —dijo Severus solemnemente—. Draco Malfoy, debes honrar la corona, no pisotearla olvidándote de tu deber como miembro de la Nobleza, ten siempre presente que el nombre de tu familia y del mío propio depende de tu comportamiento.
Draco jadeó en un intento de protestar, su conducta siempre era intachable, pero una simple mirada de su padre ordenándole silencio le mantuvo callado dócilmente.
Severus sonrió complacido.
— No quiero volver a ver que tratas a las personas de baja alcurnia como tus iguales, eso demerita mucho de ti, Draco. Espero que entiendas que todo lo hago por tu bien. ¿Me complacerás?
— Siempre será un placer hacerlo, Padrino, pero...
— Sin "peros". Hazme feliz y actúa orgulloso de ser quien eres, de otro modo, solo conseguirás enfadarme.
Draco movió afirmativamente la cabeza, no podía hacer otra cosa, sin embargo, no estaba del todo de acuerdo.
Severus guardó su varita dando por terminada la conversación, volteó hacia donde Harry, fue muy sorpresivo notar que realmente no lucía nada afectado por la pérdida de privilegios que vendría, al contrario, casi parecía satisfecho de lo que acababa de ver.
Harry sonrió para sus adentros mientras sostenía la mirada del Conde... "Ay, Severus Snape, ¿crees que me importan tus leyes mágicas y aristocráticas? No tienes idea de dónde vengo ni por lo que he pasado... puedo soportar mucho más que eso, idiota"
Severus trozó elegantemente un poco del pescado que recién le sirvieran. No pidió que Harry se retirara así que el chico tuvo que quedarse de pie en su rincón mientras ellos comían. Sin embargo, eso no le importó en lo absoluto. Hizo a un lado su animadversión por Snape y aprovechó que ya nadie le veía para mirarlo él.
"Carajo, que bello es" Exclamó admirado, cada facción de del Conde le parecía perfecta, aún sin serlo. Ni siquiera Lucius Malfoy, con su rostro casi esculpido por un artista o su cabello brillante y dorado como el sol, podía minimizar ni un poco la deslumbrante personalidad de su amigo. Para Harry, en esa habitación solo había una persona que podría ser envidia de ángeles y Dioses.
Por un momento se olvidó del odio que decía sentir por ese hombre y recostando su cabeza en la pared, suspiró profundamente mientras disfrutaba de verlo comer.
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Demonios con corazón de azúcar
FanfictionEran dos almas solitarias buscando embaucarse el uno al otro. Sin embargo, sus artimañas quizá no sean tan eficaces cuando el corazón decide entrometerse. Snarry