Malas noticias

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Malas noticias






Harry tomó aire intentando relajarse mientras se soltaba de Severus, quería creer que existía una explicación para ese comportamiento en el Conde y se obligó a sonreírle aunque en ese momento no se sentía nada contento.


— ¿Y porqué tenía que quedarme encerrado en la fiesta de compromiso de mi amiga?

— ¿Ahora cuestionas mis decisiones? —inquirió bufando colérico.

— Pues mis disculpas, Conde, pero sí, le cuestiono sus decisiones porque no tiene ningún derecho a mandar en una casa que no es la suya en una fiesta que no hizo usted y por un motivo que ahora ya no me importa. —aseguró perdiendo la paciencia.


Harry intentó volver a la fiesta pero Severus volvió a atajarle solo que ahora ya no se mostraba enfadado, al contrario, le abrazó con infinita ternura escondiendo su rostro en el cuello del ojiverde.


— Regresa a la biblioteca, Vida. —le pidió ahora con suavidad, satisfecho al ver que Harry volvía a derretirse en sus brazos.


Con lo que no contaba es que Harry era experto en identificar chantajes emocionales.

"Dios, ¿así se pierde la voluntad cuando se ama?" Se preguntó comprendiendo que quería obedecer, aun cuando sabía que Severus solo usaba una treta para convencerlo.


— Volveré a la biblioteca... —aceptó susurrando seductoramente al oído—... si viene conmigo, necesito un motivo para querer estar ahí.

— Quisiera complacerte, pero no puedo, no sería bien visto que abandonara el Salón.

— Bien, de acuerdo. —suspiró resignado—. Solo deme un par de minutos para regresar, brindar con Hermione y entonces le diré que estoy preocupado por Ronald y vuelvo a la biblioteca... ¿eso ya le complace, Conde?

— No mucho pero sí, tienes razón, no puedes desaparecer tan repentinamente.


Ambos volvieron a la reunión, pero en cuanto estuvieron ahí, Severus se apresuró a alejarse yendo a un grupo de hombres muy elegantes reunidos en una de las mesas principales. Harry se decepcionó ante tanta frialdad pero respiró hondo decidido a que nada le arruinaría la noche. Cuando localizó a Hermione, fue hacia ella de inmediato.


— ¿Dónde estabas? —le cuestionó la castaña—. Te buscaba para brindar contigo.

— Perdona, anduve curioseando pero ya estoy aquí y me encantaría que brindemos por tu felicidad.


Draco hizo una seña a uno de los sirvientes para que llevara otra copa para Harry. Fue entonces que Viktor se aproximó a ellos, Harry y Hermione le recibieron con una respetuosa reverencia al igual que la gente a su alrededor, era el personaje más importante de todos los presentes y era imponente verlo ataviado con su uniforme y luciendo la corona e insignias que le representaban.


— Es un honor que haya aceptado nuestra invitación, Príncipe.

— Por favor, Lady Hermione, llámeme solo Viktor. —le pidió amablemente—. Draco es un gran amigo para mí y me sentiría honrado de que me considerase igual.

— El privilegio será para mí, Viktor. —respondió Hermione con una sonrisa—. Ahora únase a nosotros en nuestro brindis.


Viktor asintió aceptando la invitación. En ese momento la orquesta empezó a tocar un hermoso vals que indicaba el inicio del baile. A Hermione y a Draco les tocaba iniciarlo, así que se despidieron de sus amigos para ir juntos a la pista de baile. Harry no dejaba de sonreír mientras miraba como su amiga danzaba resplandeciendo de felicidad, era lamentable que no fuera Ron quien estuviese a su lado pero tenía que aceptar que las cosas no siempre podían ser como les gustaría.


— ¿Quieres bailar?


Harry se sobresaltó al escuchar al Príncipe invitándole, y no solamente era él quien estaba sorprendido, sino también aquellos que alcanzaron a escuchar.


— ¿Yo? —preguntó mirando a su alrededor, convencido de que vería a alguien más acorde para iniciar el baile con el invitado principal.

— Así es, Harry Potter... ¿baila conmigo?


Harry no estaba convencido de que era buena idea, nunca fue ágil con el baile y hacerlo con el Príncipe aseguraba que todos los ojos estarían puestos sobre ellos... "Todos los ojos" se repitió malicioso. Su mirada buscó de soslayo a Severus y vio como se había puesto de pie y observaba sin poder disimular su desconcierto.


Entonces Harry esbozó su mejor sonrisa y tomó la mano del Príncipe Krum aceptando iniciar el baile con él.


"Es hora de poner en práctica aquellas viejas mañas, Harry" Pensó divertido. Antes coqueteaba por comida, ahora por conseguir que un Conde se revolcara en celos.


Sus mejillas se sonrojaron con encantadora candidez cuando el Príncipe le sujetó por la cintura atrayéndolo delicadamente junto a su cuerpo. Harry sabía que tenía que dejar una distancia decente entre los dos, así era como bailaba la gran sociedad según le habían dicho, pero en ese momento fingió no recordarlo y se acercó tanto que sus cuerpos se rozaban escandalosamente.


Ocultó una sonrisa de satisfacción al ver como surgían murmullos apagados entre los que les veían. El Príncipe tan solo le sonrió como si supiera que estaba frente a un niño travieso, nunca podría pensar mal del hermano de Ronald, él le había hablado lo suficientemente de Harry para saber que no era un advenedizo.


— Gracias por bailar conmigo. —le dijo empezando a moverse al ritmo de la música, enseguida notó la torpeza innata de Harry y decidió ir más despacio, aunque con eso solo consiguió una atmósfera de más intimidad entre ellos.

— Gracias a usted por invitarme.

— Ronald me dijo que ustedes son muy amigos de Lady Hermione.

— Así es, nos conocemos desde niños, ella ha sido casi como una hermana para mí.

— Me imagino... ambos deben de estar muy felices por su boda.

— Sí, no puede imaginarse cuánto.


Harry volteó a mirar a Hermione quien también hizo lo mismo, ambos se sonrieron por un instante antes de volver a poner atención a sus respectivas parejas de baile.


— ¿Porqué si ambos son amigos, Ronald no está aquí?

— Eh bueno, es que él está cuidando de su hijo, Majestad.

— ¿Continúa en la biblioteca?

— Sí, Alteza, Ronald es una persona muy responsable, nunca desatendería sus obligaciones, se lo prometo.


Viktor asintió y después volvió a guardar silencio mientras continuaba bailando con Harry.


El ojiverde aprovechó el momento y uno de los giros para mirar hacia donde estaba Severus, continuaba de pie pero ya no los miraba, tampoco había vuelto a reunirse con sus acompañantes, tan solo observaba en silencio por una de las ventanas del Salón.


De repente Harry ya quería que el baile terminara, se sintió culpable por haber sentido placer en hacerle enojar. La música cesó en ese instante y de inmediato se soltó del Príncipe con toda la intención de agradecerle por el baile pero ya no repetirlo. Sin embargo, Viktor volvió a sujetarlo de la mano, aunque no con la intención de retomar la danza sino para conducirlo hacia fuera de la pista mientras le susurraba "Indícame el camino a la biblioteca".


El ojiverde no tuvo otra opción que obedecer, miró por encima de su hombro como el Conde le seguía con la mirada, aunque fue solo por un segundo, enseguida volvió a poner atención al paisaje tras el ventanal, como si lo que pasara afuera fuese más interesante.


Harry suspiró alicaído, no le gustaba nada el rumbo que estaban tomando los acontecimientos. Aunque esa tristeza no le impidió notar que la gente volvía a murmurar a su paso, y no solamente eso, ahora se dio cuenta que le señalaban escandalizados.


Eso sí que le molestó, pero también le preocupó, quizá estaba metiendo en problemas al Príncipe. Intencionalmente se retrasó después de señalarle el pasillo hacia donde debía dirigirse y caminó un par de pasos atrás de él asumiendo una conducta servil. Tal vez de esa forma podría dar la impresión de estar siendo regresado a su lugar.


Al salir del Salón ya pudo respirar más relajado y prefirió olvidarse de esas personas tan arrogantes.


— Es aquí. —le dijo al Príncipe cuando llegaron a la Biblioteca.


Harry alargó su brazo con la intención de abrir pero Viktor se lo impidió gentilmente.


— Entraré yo solo, puedes volver al Baile.


El ojiverde asintió obediente, no sentía deseos de regresar al Salón pero tampoco podía negarse y ser grosero con una de las pocas personas que mostraba gentileza con él. Se olvidó de quedarse con Ron y después de despedirse con una respetuosa reverencia, se alejó pensando que seguramente el Príncipe quería estar a solas con su hijo.


Viktor esperó a que Harry desapareciera de su vista para abrir la puerta y entrar. Sacó todo el aire de sus pulmones al ver que Milen se había quedado dormido sobre un sillón apoyando su cabecita en las piernas de Ronald, éste peinaba dulcemente su cabello castaño mientras le arrullaba con suave ternura. La escena removió sentimientos en el corazón de Viktor, pero además, alcanzó a notar que el pelirrojo tenía señales de haber llorado pues de inmediato le esquivó la mirada fingiendo acomodar la manta con la que cubría al pequeño heredero.


Sin decir nada volvió a salir. Ronald suspiró aliviado, no quería que nadie viese las huellas de su llanto y esperó que el Príncipe hubiese decidido regresar al baile cuando se cercioró que su hijo se encontraba bien.


Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la puerta volviese a abrirse y esta vez el Príncipe no venía solo, dos nanas caminaban tras de él y ante una señal tomaron a Milen y desaparecieron tras la puerta ante la mirada azorada de Ronald.


— ¿Hice algo malo? —preguntó preocupado mientras observaba como Viktor cerraba la biblioteca para que nadie más entrara.

— No, solo llevarán a Milen a una habitación más cómoda mientras arreglan todo para marcharnos.

— ¿No se está divirtiendo? Es muy temprano aún.


Viktor no respondió de inmediato, tomó a Ron por la mano sentándose junto a él. El pelirrojo no protestó pero empezó a ponerse nervioso sin saber porqué.


— Es ella, ¿verdad? —suspiró el Príncipe ya sin necesitar una respuesta.

— ¿Es ella... quién?

— Lady Granger... ella es a la que amas.


Ronald quiso desmentirle, movió negativamente su cabeza con fuerza pero no logró emitir ningún sonido. Viktor levantó su mano introduciéndola suavemente en la pelirroja cabellera logrando así que dejara de negar.


— Ni siquiera debí preguntarlo, no tengo ninguna duda, Ronald.

— Por favor... no siga, no debe volver a repetirlo.

— Estás sufriendo. —le dijo llevando su mano a los párpados hinchados del pelirrojo—. Es demasiado triste ver nublado el cielo de tus ojos, quisiera poder hacer algo para que este día lo recuerdes de otra manera.

— Alteza... se lo suplico. —imploró Ronald, no quería hablar más de eso, le lastimaba demasiado estar consciente de lo que sucedía a muy pocos metros de ahí, perder a la mujer que se ama desde pequeño le destrozaba el corazón.

— Un día me dijiste que los besos no debían ser robados, hoy te demostraré que no siempre es así.


Ron estaba esforzándose demasiado por no llorar que apenas logró entender las palabras del príncipe. Le vio inclinarse hacia él sujetándole el rostro con ambas manos y cuando menos lo pensó ya tenía sus labios sobre los suyos.


Su cuerpo se tensó en un intento de querer separarse pero no lograba atreverse como aquella primera vez. Recordó las palabras de Harry advirtiéndole que jamás sabría lo que es un beso de amor si no olvidaba a Hermione. Eso le dolió.


Las lágrimas resbalaron sin control mientras relajaba sus labios permitiendo ser besados.


Viktor no se apartó a pesar del sabor salado por el llanto de Ronald, simplemente se concentró en besarle, quería hacer que olvidara su dolor y darle el recuerdo de un beso sincero, un beso que le dijera que había alguien en el mundo que le valoraba... que le deseaba... que le amaba.


Demonios con corazón de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora