Boda y adiós

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Boda y Adiós







Harry y Ron tocaron a la puerta de Hermione. Ella les había enviado un mensaje solicitándoles acudieran a la brevedad posible y ambos chicos no esperaron ni un segundo en complacerla a pesar de que ese día era la boda.


Cuando entraron a la habitación, de inmediato todos los presentes salieron sin decir ni una sola palabra, era como si supieran lo que tenían que hacer en el momento adecuado. Incluso los padres de Hermione abandonaron la recámara de su hija sonriendo a los dos jóvenes para relajarlos.


Después de cerrar la puerta de la pequeña estancia que funcionaba como recibidor, escucharon la voz de su amiga invitándoles a entrar hasta sus aposentos. Ron y Harry intercambiaron una mirada de tranquilidad, por lo menos la voz de Hermione sonaba emocionada descartando que algo grave ocurriera.


Al entrar, ambos se quedaron sin palabras ante la imagen que brilló ante sus ojos. Su amiga ya estaba lista para salir hacia la iglesia, llevaba puesto su hermoso vestido de tul y seda blanco con una cauda enorme desde su cintura que enfatizaba elegantemente. Su rostro aún no estaba cubierto por el velo que sostenía una increíble tiara de diamantes y cristales de plata.


Pero nada era tan deslumbrante como la felicidad que irradiaban sus bellos ojos castaños y esa ilusionada sonrisa que solo daba el estar enamorada.


— Gracias por venir. —les dijo caminando hacia ellos—. ¿Me veo bien?

— Estás hermosa. —respondió Ronald espontáneamente, aún no podía parpadear, Hermione era la representación de la dulce femineidad.


Hermione fue hacia él abrazándolo con todo el cariño que le tenía, por un momento cerró sus ojos mientras apoyaba el rostro sobre el pecho de Ronald. Harry les miró en silencio, su amigo le estrechaba con profunda devoción, pensó que hubieran podido ser una gran pareja, pero el destino sabía bien cómo jugar sus cartas y ahora ellos habían encontrado al verdadero amor en otros lados.


— Quería verlos a solas. —dijo Hermione después de apartarse y tomarlos a ambos de la mano, les llevó hasta un diván donde se sentaron los tres muy juntos—. Después de la ceremonia habrá mucha gente en la casa, Draco organizó una fiesta que puede durar varios días, pero nosotros nos iremos de viaje de recién casados mañana mismo y... probablemente ya no haya oportunidad de verlos más.


La voz de la jovencita se quebró inevitablemente, le dolía tener que decir Adiós a sus mejores amigos. Harry y Ron la abrazaron con el mismo sentimiento, para ellos también era difícil pensar que quizá no volverían a verla nunca, pero era hora de que cada quien tomara su propio camino.


— Te escribiremos todo el tiempo. —prometió Harry—. Por favor, tú también hazlo.

— Así será, y más les vale que cumplan su promesa y me cuenten todo. Aún no puedo perdonarles que no me avisaran cuando enfermaste, Harry.

— No volverá a pasar, te lo prometo.

— Confío en ustedes. En verdad no tienen idea de cuánto les voy a extrañar pero seré feliz si sé que ustedes lo son.

— No te preocupes por nosotros, ahora tendrás a Draco siempre a tu lado, y Ron y yo nos vamos tranquilos sabiendo que él te cuidará y te amará por sobre todas las cosas.


Hermione asintió, volteó a mirar a Ron quien de pronto se había quedado muy callado. Harry decidió darles un momento para que se despidieran a solas, aunque jamás hubiese nacido ninguna relación entre ellos, sabía que tenían algo especial que merecía tener una despedida igualmente especial.


Ni Ron ni Hermione dijeron nada cuando Harry se despidió pretextando haber dejado solo a Severus mucho tiempo. Al quedarse solos, la castaña apoyó su cabeza en el hombro de su amigo obteniendo el mejor de los abrazos.


— ¿Lo amas? —preguntó en un susurro ansioso por escuchar la respuesta.

— Con todas mis fuerzas. —afirmó sin dudarlo—. Viktor es... simplemente lo que ni siquiera me atreví a soñar con que existía, me siento muy afortunado de haberlo encontrado y no pienso perderlo nunca.

— Me hace feliz oírte hablar así, eres quien más ha sufrido, lo de tu familia y tu enfermedad fueron pruebas que no merecías... pero ahora ha llegado tu momento, Ronald, y sé que el Príncipe Krum va a saber darte todo el amor que la vida te debe.


Hermione se apartó sonriéndole a su amigo, por unos segundos se miraron a los ojos sin decir nada. Ronald supo entonces que su amor había sanado por completo, era feliz viendo ese brillo en los ojos de Hermione, y deseaba con todas sus fuerzas que fuera dichosa con Draco. Suavemente se inclinó besándole en la mejilla, un beso que confesaba su amor antiguo y su inmenso afecto actual, tal vez igual o más fuerte que antes. Ella volvió a abrazarle con más ansiedad que nunca... tal vez había captado por fin lo que un día Ronald sintió por ella. Pero si era así, ninguno de los dos dijo ni una palabra al respecto.


Demonios con corazón de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora