Baile de compromiso

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Baile de compromiso






La finca de los Granger se estaba convirtiendo en una locura, la gente iba y venía por todos lados disponiendo de los últimos detalles para la fiesta de compromiso. Hermione no cabía en sí de felicidad aunque aún no lograba resignarse a que sus dos mejores amigos acudieran como Pajes y no como invitados especiales. Ya había hablado con Draco al respecto pero no logró convencerlo de romper el protocolo, y sus amigos le apoyaron.


Al final pareció resignada, lo importante era que estuviesen presentes, ella se encargaría de tratarlos como se merecían.


Harry estuvo tentado a aceptar la proposición de Hermione, no era que le importara presentarse a esa fiesta asumiendo una posición social que no le pertenecía pero era inevitable no ilusionarse y soñar con acudir del brazo de Severus, estar con él toda la noche y quizá hasta bailar.


Pero al final no aceptó. Severus no se lo había pedido, y si él aún no estaba preparado para un paso tan definitivo, no lo forzaría.


Una noche antes de la fiesta, Harry estaba en la habitación de Lucius arreglando el traje que el Barón usaría al día siguiente. Acomodó todo muy bien para que no surgieran arrugas, en eso estaba cuando la puerta se abrió y apareció Draco completamente ataviado con lo que usaría durante la fiesta.


— ¿Y mi padre?

— Bajó a recibir a alguien en la biblioteca, no sé a quién. —respondió ocultando su disgusto.


Draco dudó pero al final cerró la puerta tras de sí entrando a la habitación.


— Necesito que me ayudes a acomodarme la ropa, quiero ver que todo quede bien para mañana.


Harry aceptó en silencio. Ayudó a Draco a vestirse apropiadamente mientras el joven rubio se miraba al espejo. El ojiverde vio la imagen reflejada, la vestimenta de Draco era realmente elegante, todo confeccionado en seda oscura y una camisa blanca con encajes bordado a mano y pedrería de diamantes. Y para terminar, una larga capa negra con la insignia de los Malfoy en hilos de plata. Pero lo que le hacía verse más radiante era la sonrisa de satisfacción que tenía.


— ¿Crees que le guste a Hermione? —preguntó emocionado—. Quiero que se sienta orgullosa, mañana todo el mundo se enterará de nuestro compromiso y quiero que sea feliz de que sea yo quien esté a su lado.

— No se preocupe, Señor, le aseguro que así será.


Draco se giró hacia Harry, había notado que el ojiverde continuaba con esa actitud distante y le intrigaba, se suponía que ya habían hablado y que las órdenes de Severus habían sido anuladas.


— ¿Estás molesto conmigo?

— ¿Porqué habría de estarlo?

— Bueno, no sé, pero no te veo feliz por mí y por Hermione... y sigues hablándome tan formal que asusta.

— Solo me comporto como debe ser.

— Si Hermione ve que no me tuteas pensará que te trato mal, a ella le gustaría que fuésemos amigos, Harry.

— No se preocupe por eso, Hermione no se enterará de nada.


Harry se acuclilló para acomodar mejor el dobladillo del pantalón de Draco, pero sobretodo, porque le era muy difícil seguir fingiendo, no olvidaba las intenciones del rubio de deshacerse de Ronald, de apartarlos de la vida de Hermione tan solo por sus celos tontos.


Su amigo había estado muy callado últimamente, y Harry sabía que Ron aún sufría por Hermione y la cercanía de esa fecha le carcomía el corazón. Por eso su rabia contra Draco aumentaba, le sentía culpable de eso, sabía de los sentimientos de Ronald y aun así no cesaba de presumir a cada momento su gran fortuna.


Sin que Draco se diese cuenta, Harry puso su pie sobre una orilla de la capa justo cuando el rubio quiso girarse para mirar bien el bordado, como consecuencia, la tela se rasgó ante la angustia del aristocrático Malfoy.


Lucius y Severus entraron en ese momento. Rápidamente Harry dio un par de pasos hacia atrás para que no notaran que había sido su culpa.


— Oh, no, no puede ser. —se lamentó Draco pensándose el responsable del incidente.

— No te preocupes, Draco, sé cómo arreglar eso. —le respondió Lucius sin darle importancia.

— Mientras ustedes lo hacen, me llevo a Harry un rato, debo hablarle de algo importante. —intervino Severus.


Lucius apenas sí le hizo caso, sacó su varita para ayudar a su hijo a reparar la tela rasgada.


Severus tomó a Harry de la mano y se lo llevó lejos de esa habitación. Fueron hasta la biblioteca que el ojinegro cerró con magia.


— ¿Porqué hiciste eso? —le cuestionó Severus en cuanto se quedaron a solas, Harry supo de inmediato que le había descubierto y bajó la mirada avergonzado.

— Lo lamento. —suspiró arrepentido—. Es que estaba enfadado.

— ¿Porqué?... Mi ahijado se ha portado bien contigo, Harry, está feliz por su boda ¿porqué quisiste arruinarlo?

— No puedo decirlo.


No fue necesario que Severus pensara demasiado, enseguida recordó las circunstancias que se vivían en esa casa y abrazó a Harry con cariño.


— ¿Es por lo de tu hermano y Lady Granger, verdad?

— ¿Usted lo sabe?

— Lucius me lo contó hace un tiempo. Harry, Draco no tiene la culpa de que tu hermano se haya enamorado de la misma mujer que él.

— Pero le escuché decirle al Señor Malfoy que no quiere a Ronald cerca, habló de él como si le odiara y eso no puedo perdonárselo.

— Eran celos, yo también me sentiría celoso si otro hombre te amara, y querría matarlo aunque tu corazón fuese solo mío.

— ¿De verdad?

— ¿Nunca te has sentido celoso por alguien?


Harry asintió admitiendo haber experimentado el sentimiento. No quería que nadie mirara siquiera a Severus, ansiaba que el mundo se enterara de que eran amantes y así evitar que sintieran deseos por él. Y eso llegó a sentirlo por gente que ni siquiera conocía, era lógico que Draco sintiera lo mismo. Recordó que esa actitud del rubio había sucedido justo cuando Hermione peleó con él por defender a Ronald.


— Iré a disculparme con Draco. —dijo realmente arrepentido por haberlo juzgado.

— No es necesario que lo hagas, él ni siquiera se dio cuenta de lo que pasó. Además, ya viste que no fue nada grave, pero quiero que me prometas que intentarás ser su amigo.

— ¿No sería una traición para Ron?

— No, lo sería si Draco le hubiese quitado a Lady Hermione, pero no fue así. Ella nunca tuvo sentimientos por Ronald y él debe de aceptarlo, y tú también.

— Lo haré, Hermione es como una hermana para mí, quiero que sea feliz, y si es Draco el indicado para ella, es momento de dejarla ir.


Severus sonrió orgulloso de la convicción con que Harry pronunció sus palabras. Le abrazó besando su frente en la que había quedado una curiosa cicatriz en forma de rayo, ahora la consideraba el símbolo de lo grande que era el amor de Harry por él.


— Eres un diablillo con corazón de azúcar.

— Mire quien habla, Señor Conde, si me he enamorado del villano más dulce de la historia.


Severus le abrazó con fuerza mientras Harry cerraba los ojos y sonreía. Su felicidad era mayor conforme pasaba el tiempo, y lo sería así mientras Snape continuara queriéndole.


Demonios con corazón de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora