Capitulo 15: Elias Brown

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¡Mierda! Mi cabeza va explotar

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¡Mierda! Mi cabeza va explotar.

Siento que alguien me observa, cuando giro veo al poste recargado en el marco de la puerta.

—Es muy de psicópata éso —le digo y ríe.

—Te ves tierno durmiendo —ya empezamos.

Me doy cuenta que estoy en su cama sin camisa y... levantó las sabanas, gracias a díos estoy vestido.

—Tranquilo. No me iba aprovechar de una persona que no esta en sus cinco sentidos —lo miro con vergüenza— no soy asi.

—Eres muy... —se pone a pensar— muy interesante en ese estado. Mas alegre y cariñoso.

—Espero hayas aprovechado a divertirte, no creo que me vuelvas a ver así.

—La verdad... no. En el baño esta el cepillo de la otra vez.

Lo miro sorprendido.

—¿Por que no lo tiraste? —se encoje de hombros— ¿y si traias a otra persona?

—No vienen "otras personas" aquí —dice dandome ropa, siento un deja vu— ni siquiera tu primo conoce el apartamento.

—¿Por que? O sea, Julian es tu amigo, ¿no? —sigue buscando— ¿y si tienes alguna cita?¿donde las llevas?

—Nos despertamos curioso, ¿eh? —me mira con una sonrisa— por que no me gusta compartir mi espacio, es mi lugar. Aunque Julian sea mi mejor amigo. Y los de las citas... hace tiempo que no tengo una, pero si la tuviera, iría a su casa, supongo.

—¿Y yo que? —mierda, sigo borracho.

—¿Eres mi cita? No lo sabía.

—No... quise decir... ¿por qué a mi me permitís estar en tu "lugar"? —se acerca a la puerta mirandome.

—Ya lo sabes, niño. El desayuno esta listo —es todo lo que dice y sale. Me tiro de nuevo en la cama frotandome la cara frustrado.

Tomo mi tiempo para levantarme y ducharme.

—Toma —me pasa una pastilla y jugo de naranja.

—Gracias —murmuro, me siento apoyando la frente sobre la mesada— ¿no hice nada estupido?

Se ríe, lo miro molesto.

—No... solo decias cosas, que sobrio no te animarias a decir.

Levanto ambas cejas y solo se encoje de hombros apuntandome la comida. —se me revuelve el estomago— solo tomo el jugo.

—¿Que cosas?

—¿Quieres escucharlas?

—Te lo pregunte, ¿no?

—¡Que caracter! Anoche parecias un osito —lo miro y levanta las manos— a ver... me pediste un besó.

Se me escapa una carcaja.

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