Capitulo 21: Elias Brown

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Terminamos de cenar y como el día estuvo muy agitado me olvide las llaves en casa, me va a tocar quedarme aquí

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Terminamos de cenar y como el día estuvo muy agitado me olvide las llaves en casa, me va a tocar quedarme aquí.

—O podes venir a casa, bomboncito. —me abraza— ¿por que no compraste otra cama? Sabes que voy a pasar mas tiempo aquí que en casa.

Dash se ahoga con el jugo por lo que dice Gus, lo miro

—No es la primera vez que duermo en un sillón.

—O haces cosas en uno —dice y ruedo los ojos, hace todo para molestarlo— esta bien, esta bien. Me voy, ¿te llevo Sabri?

—¡Si, por favor! Eso por no tener otra cama, ojitos.

—No tengo la mía y quieres que tenga una demás —sonrie— cuando traiga la mía veo si pongo otra, nos vemos.

Gus se acerca para abrazarme y me besa la mejilla.

—¡Te extrañe muchísimo! Nos vemos mañana, te recogo en tu trabajo. Quiero conocer a ese tal Bruno.

—No es necesario —me mira ofendido— a Bruno lo podes conocer otro dia.

—No. Quiero conocerlo mañana, además voy a saludar a Emma —ruedo los ojos— ¿quieres que te lleve? —le pregunta a Dash.

—Vivo aquí... —se da cuenta de lo que dijo y se corrige— Quiero de...

—¿Que? —Gus abre los ojos sobremanera— ¿viven juntos y yo no lo sabia? —le pego para que deje de decir tantas tonterías.

—Vive en el mismo edificio, tonto

Asiente despidiéndose de nosotros, me promete que mañana pasa por mi, para según el ponernos al día —no se que más me quiere decir— despido a Sabri que sonríe con maldad hacia su hermano. Giro mirándolo con una ceja arqueda.

—¿Te piensas quedar, o que? —me sonríe.

—Bueno, si tanto insistes —ruedo los ojos, voy hacia la cocina a buscar el celu.

—No hay lugar aquí, lo siento —hace puchero, niego.

—¿En que trabajas?

—En un restaurante, es de la madre de Ale. ¿Te acuerdas de ella?

—Si. La chica que me hablo muy mal el día que te emborrachaste.

—¡Pobrecito! Todo el mundo lo trata mal. Me quiero acostar, ¿puedes salir?

—Me trato muy mal. Vamos a mi apartamento.

Se para, lo miro y por lo que veo lo dice en serio.

—Vas a dormir mal en el sillón, es más chico que el mío.

—Ale es un amor —pone mala cara— y no, puedo acomodarme perfectamente. Gracias

—No te voy hacer nada —me sonríe.

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