Lleva una hora adentrándose en el bosque que se extiende a lo ancho del infinito desierto, húmedo y misterioso entre los sonidos de las aves e insectos intentando entrar en sus ropas. Sudado y pegajoso, se esmera como un explorador que busca la verdadera clave, o al menos, tener su propia versión de la historia. Todo esto, claro, poniendo su cuello en peligro. El forense se lo había dicho con claridad. Hay demasiado veneno recorriendo su organismo y ha sabido identificarlo con el ardor en los órganos internos, pero le apasiona la idea de encontrar algo realmente bueno. Sabe que estarán enojados para cuando regrese, si es que regresa ya que su estado físico está tan terrible y pierde fuerzas mientras suda por la humedad. Le sigue Botones, muy de cerca, siendo lentos en sus pasos y alerta a los sonidos.
Lo ve, los arbustos y los árboles se mueven sin parecer que el viento los domine. Pueden ser ellos, puede ser ella, puede ser un animal o... Pueden ser esos. Sea cual sea, no podría interesarle menos. Retoma las fuerzas con una actitud de fortaleza inquebrantable ya que, ¿para qué demonios había llegado hasta allá? No era para morir, su propio orgullo no le iba a permitir morir porque necesitaba tanto como el respirar saber de qué se trata todo esto. ¿Cuáles son las manos que manipulan los hilos en Luana? Tal vez ya se han perdido los principios con los que la ciudad nació, mas tenerle algo de esperanza a la condición humana estaba en su naturaleza. De igual forma arrastra la espada consigo si es que alguien decide perturbar sus firmes metas. Aire pesado, mareo y mucha humedad. Llega al ojiverde un olor de tierra mojada, como cuando llueve, pero es poco probable en estas áreas. Todo ya no es lo que fue. Las leyes que grandiosos científicos dejaron bien definidas para la posteridad son retadas en cada milímetro, tan sólo pensando en un bosque que sobrevive en el medio del desierto, a kilómetros del agua.
Entonces pudo verla, ingiriendo la carne de un pequeño animal peludo y blanco, con el rostro manchado de la sangre de su presa. Nev olvida que es una bestia porque sus ojos le repiten constantemente que no lo parece, pero su salvaje forma de comer le trae recuerdos amargos. Ella se limita a verlo sin dejar de comer. ¿Acaso cada que se encuentren ella debe estar consumiendo algo? Es extraño. Lleva el mismo vestido del día en el Infierno, algo más sucio. Suelta el cadáver del cual disfrutó sus tripas y se limpia la boca ensangrentada en el sencillo gesto de pasar su brazo por la boca. Él le ve, exhausto y sin tener una idea clara para el momento.
—Así que sigues vivo —comenta la bestia, Moira, limpiando sus manos teñidas de rojo—. Eres un humano tenaz.
—Al fin te he encontrado —suspira con alivio el humano.
De repente, en los ojos de Moira nace un inesperado interés por el gran animal blanco que sigue a su dueño fielmente. Se le acerca, haciendo que el caballo desconfíe y de dos pasos atrás. Ella sin embargo desea contemplarlo, así que toma sus lacios cabellos y los acaricia. Olfatea su pelaje con naturalidad. El muchacho contempla la escena con cierto recelo, pero sin ánimo de ser brusco, sólo suelta unas palabras en tono severo.
—No es comida para ti. No lo muerdas —suelta interrumpiendo el trance de la bestia ante el hermoso animal.
—Jamás cazaría un animal en esta forma humana. Sus huesos podrían dañar la delicada estructura de la boca humana, pero no puedo negar que tiene un suculento olor. ¿Qué clase de animal es este? —pregunta Moira, alejándose del caballo en señal de respeto a la advertencia de Nev.
—Un caballo —responde atónito. ¿Cómo que su pequeño Botones tiene un olor "suculento"?
Ella decide verle de lejos, sin mayores preguntas o señales que le indiquen un ataque. Nev no sabe ni como iniciar la conversación, si tranquilizarse, descansar o seguir alerta. La bestia parpadea y revela la naturaleza violeta de sus ojos una vez más, aún con rastros de sangre seca en el rostro. Dirige los ojos inyectados en veneno al joven y luce repentinamente seria.
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Toxicidad
Science FictionLuana son los restos de toda la humanidad tras la peor de las crisis. Los errores de los humanos serán pagados. Un místico ser poderoso concede la vida y la muerte. Como único juez, ha impuesto el Infierno, centro de batallas y tratos. Nev Muller es...