Toxicidad

Capítulo 9 - Cuando nos armamos

Ella nunca madruga, pero ese día había sido la excepción. No había sido por el trabajo ya que no asiste desde ese día. Y tampoco era un sentimiento de preocupación sin un ápice de algo diferente, sino una espesa culpa que podía sentir al tragar. En el borde de la cama estira sus piernas, buscando algún detalle que pueda arruinar lo que considera perfecto. Hasta un insignificante vello que pudiera habérsele escapado sería condenado. Con la luz pegándole de frente alza el rostro, estirando su piel y apretando la ropa interior que sólo lleva puesta. Escucha que tocan a su puerta y pregunta quién es, aunque imagina quién es. Dicen el nombre y ordena pasar. El recién llegado teme pasar al notar la escena tan extraña, pero ella le pide pasar sin verle el rostro.

—Disculpa —suelta apenado al verle la espalda expuesta.

—¿Él aún no ha llegado? —pregunta la de cabellos cortos volteando. Vio los senos tan expuestos y se puso aún más nervioso.

—No, no dijo nada ni ha llegado. Tampoco ha intentado contactarse —responde Adam a Skyler. Ella muerde su labio inferior y vuelve hacia la luz.

—Avisa si hay algo más —dijo envolviendo sus sentimientos y convirtiéndolos en una pelota.

—Sky, ¿por qué haces esto? —pregunta el confundido musculoso. ¿Se refería a citarlo a la habitación con tan poca ropa, gran indiferencia y preguntando por Nev? Ya no le tenía el mismo respeto, aunque ella no cedía ni un poco. Ya no usaba el "señorita" antes del Skyler.

—Sal de mi habitación —gruñe enojada con más ansia de atención.

Aprieta los labios y sale enfurecido. Parece jamás entenderle. Ella sin embargo estaba absorta en sus pensamientos. ¿Por qué Nev había desaparecido cuando se sabe que está tan débil? Y algo la hacía sentirse culpable al mentir frente a todos. Aunque fuera, un poco en su oscuro corazón.

***

En el Bosque del Sigilo prosigue la conversación entre Nev, Moira y la casi legendaria bestia, Bad. Ahora Nev se había comprometido a traer a Faith, la que odia a su padre sin temor a que lo sepan, hasta este remoto lugar porque así lo quería Bad. La información era crucial después de todo. Se arma de la poca paciencia que le resta luego de arriesgar su vida enfermo bajo el manto de la noche venenosa para llegar al bosque, que le volvieran a abrir una herida en la espalda y terminara con el asesino de sus padres. Bad parece haber perdido el juicio. Habla demasiado, divaga e inspira hasta ganas de golpearle.

—Te la traeré. Juro que la traeré. Ahora por favor prosigue —pide blanqueando los ojos y tomando asiento. Moira imitó la acción.

—¿En verdad? —le mira y sonríe—. Confiaré en la palabra de un jefe del Antídoto. ¿Sabes dónde encontrarla? Imagino que para una persona con tanto poder como tú eso es realmente sencillo.

—Claro que lo sé. Es la segunda al mando en el Antídoto. La veo todos los días. Ahora, retoma. Dijiste que es tu hijo quien está a cargo ahora. ¿Quién es tu hijo? —ordena y pregunta. Moira pasea los ojos por los alrededores.

—Lau. Lo debes conocer también, no creo que seas tan ineficiente. Ese desgraciado me estuvo observando desde que era pequeño. Cuando me di cuenta de que ya nadie quería trabajar conmigo supe que estaba jodido. Luego llegó un bastardo al que llamaban Eve y tomó todo —comenzó a relatar y ambos escuchaban atentos—. Pero él no sabía nada del negocio. Se comía la mercancía. Todos lo odiaban, pero le temían.

—La pareja de mi mamá —agregó Moira en dirección a Nev.

—Hasta que Lau se unió a un par de bestias de mi antigua gestión y le dio el golpe de gracia a todos los que estaban con Eve. Moira está aquí porque no vive allá —y la señaló con el pulgar. Ella bajó la mirada—. Hasta allí Eve. Entró Lau con todo. Identificó todas las debilidades de Luana y gana mármol en cantidades inimaginables. Como te dije, tienen hasta catálogos. Los hacen en Luana y los llevan para presentarlos a los clientes.