Capítulo 26 - Asaltantes de tumbas

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Las dos figuras caminan de incógnito entre las pocas personas que aún caminan durante la noche. Andar así por la calle es peligroso, totalmente desprovistos de algún tipo de seguridad especial y exponiéndose a que los reconozcan. El único consuelo es la oscuridad. El más alto señala en dirección a un gran edificio de color amarillo y relucientes ventanas panorámicas con un anuncio luminoso apagado que indica "Bahía". Lo más resaltante son unas cintas negras en la gran puerta que con letras que brillan en la oscuridad indica "Cerrado por Sanidad". El menor se pregunta cómo van a entrar, pero al ver a su acompañante tan confiado le siguió sin preguntar. Dan pasos lentos por la acera paralela a la del edificio y notan la presencia de tres mujeres sentadas sobre un muro bajo. ¿Una trampa o quizás sólo chicas en medio de la noche? La luz es poca, no hay mucho que distinguir a esta hora. Las chicas comienzan a susurrar.

—¿Por qué Cathy no vino? —pregunta la del medio a las demás.

—¿No lo sabes? —se extraña la de la izquierda—. Ella estuvo coqueteándole a una bestia y mira nada más, está embarazada. La madre aún no sabe, pero... Te podrás imaginar el lío que tiene encima.

—¡Imposible! —se tapa la boca la primera.

—Eso da igual. Yo tengo una prima mestiza. Al final la gente se acostumbra —interviene la de la derecha.

Nev y Christian se miran. Fueron extremadamente cuidadosos con el asunto, al punto de asegurarse de que no habría nadie a esa hora. Las chicas detienen la plática porque han advertido la presencia de los dos. Se contraen asustadas.

—Chicas, ¿saben ustedes que están en la hora muerta? —dirigió Christian a las tres chicas al otro lado de la calle.

—¿Qué habla este de muertos? —dice una para las demás.

—Sí, pues, la hora muerta como dije. Son las... —mira el reloj de la torre de Central Luana en la lejanía— Tres de la mañana. Dicen que es la hora en la que los espíritus tienen pase libre y comienzan a ocurrir fenómenos inexplicables. Deberían saber que no todos los espíritus son angelitos buenos.

—Fenómenos como tú, me parece. Tú y tu amigo deberían dejarnos en paz —ataca la del medio ferozmente.

—Bueno, también hay violadores por si no lo sabían. Aunque sea una nalga les agarra mientras llegan los Servicios Comunes. Yo sólo advertía —levanta las manos como un inocente.

Las chicas enrarecen. Christian agarra a Nev del brazo para que continúen caminando por la acera. Las chicas se susurran y al final deciden partir a casa. Lentamente sus figuras se pierden en la oscuridad. Apenas dejan de observar a las chicas, salen de una callen ciega en dirección a las puertas del edificio. Christian saca de su bolsillo un pequeño aparato que al pulsar un mínimo botón hace nacer un láser. Cuidadosamente se encarga de derretir las fuertes cintas con dicho láser y deja un olor a quemado asqueroso. Nev se mantiene viendo a ambos lados.

—Apresúrate —exige nervioso de que los encuentren.

—Deja trabajar al profesional —replica con una gota de sudor bajando por su frente. Toma una de las cintas y la arranca—. No podemos dejar evidencia de nuestra presencia.

—Lo de las chicas fue peligroso. Pudieron haber advertido a los Servicios Comunes.

—Estás paranoico —arranca la segunda cinta—. No por nada estuve vigilando los movimientos en esta zona. Esto está literalmente muerto. Nadie tiene interés en vivir en las cercanías de las Gotas de Lluvia.

Paranoico. Aprendió a ser paranoico cuando Allen comenzó a pisarle los talones. El barbudo arranca la tercera cinta y las puertas se abren sin demasiado esfuerzo. Nev hace nacer una esfera de luz en su mano sana. Oscuro, polvoriento y con un olor a sal marina que penetra fuertemente en la nariz. Tose un poco al sentirlo. Lo que durante cualquier día parecería un lugar de confort, durante la noche es un hotel tenebroso y muy silencioso. Caminan en dirección a las escaleras y una rata se enreda en las botas de Nev. Vaya susto, vaya susto. Ahora entiende por qué salubridad cerró el hotel. Inician la subida escuchando como la madera cruje, pisto tras piso hasta alcanzar el piso tres. En los dos extremos del pasillo hay un par de ventanas. Caminan hasta la del extremo izquierdo y observan las olas de las Gotas de Lluvia.

Toxicidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora