Paralyzed - Jeff the Killer

19- El Rey Embrujado

Este es un capitulo un tanto especial, por asi decirlo es un retrospectiva de cuando Jeff era pequeño. ¡Disfruten!

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

-¡Jeff, Liu vengan aqui!- Gritó su madre, el pequeño Jeff pasó una mano por sus largos y cedosos cabellos negros que caían por su frente imposibilitando tener una buena visión.

Su hermano mayor Liu, el cual era completamente diferente a él, con sus cabellos medianamente claros, también escuchó el llamado de su madre, pero este a diferencia no tenía una sonrisa en su rostro. Sus ojos estaban llorosos. Jeff se dio cuenta de la situación y acudió a su hermano. Este entre sollozos habló.

-Me he hecho daño, me duele.- Jeff también se afligió al ver a su hermano mayor a punto de llorar. Su rodilla estaba lastimada, no era un corte tan grande, pero debía arder.

El menor ayudo a su hermano a llegar al interior de la casa, su madre al verlos les sonrió tiernamente.

-Liu esta lastimado, ¿Tendras que llevarlo al hospital?- Su madre soltó una pequeña y dulce carcajada. Seguido de esto acarició su cabellera negra.

-No, nada de eso, solo le pondré algo para que no se infecte.- Le explicó, el pequeño no entendía nada, pero igualmente asintió. Esta tomó de la mano a Liu y lo llevó hacia otra habitación. El ojinegros no lo siguió.

Aparte de su hermano no tenía a nadie más, no había amigos. Su hermano mayor era la mejor persona del mundo para él, era bondadoso además de un ejemplo a seguir. Un principe, del castillo donde vivía.

Dejó sus zapatos llenos de tierra a un costado y se sentó en el frío suelo.

La noche se estaba acercando y su padre no tardaría en llegar. Eso significaría un gran problema.

Mamá y papá siempre peleaban, los dos niños no sabían el porque. Lo que si sabían era que debían mantenerse en silencio o irse a sus habitaciones. A Jeff no le gustaba que gritaran, sentía que cuando lo hacian algo se rompía dentro de él.

Su padre era una buena persona, bastante trabajador, pero cuando volvía de su trabajo, un tanto frustrado no le gustaban que hiciesen tanto ruido, ni que lo molestaran. Era como que un hechizo hubiera caído sobre aquel hombre tan bueno. Aquel Rey.

Liu apareció de vuelta, con su brillantes ojos azules, muy distintos a los de él. Negros azabaches y sin brillo. A Jeff nunca le gustaron sus ojos, los veía comunes. Pero al mayor le encantaban y siempre le decía que esos ojos eran dignos de un principe. Ya que ellos dos eran los principes.

-Mami me curó.- Dijo mostrando su pequeña rodilla que tenía una benda blanca, su madre sonrió para desaparecer de sus vistas y luego volver para extenderles un gran plato de galletas. Ambos sonreiron y abrazaron a su madre agradeciendole por tan bondadoso acto.

Ambos niños siguieron jugando, dentro de casa. Amaban jugar con pequeñas pelotitas de diferentes colores. Reían, corrían y saltaban toda la tarde. Una vida perfecta para dos niños. Todo era diversión maxima.

Todo fue diversión hasta que escucharon un portaso, su padre había llegado.

Guardaron silencio mientras el corpulento hombre se sentaba en la amplia mesa. Ya sabían que cuando su padre llegaba era hora de cenar.

Los dos niños se sentaron en la mesa, instantáneamente su madre deposito la cena y todos se sentaron a comer, siempre en silencio. Eso ya no era algo malo, era una costumbre.

-Me despidieron.

Su madre levanto la vista, no dijo nada, pero por dentro estaba enojada.

-¿Que paso?- Se limitó a decir, sumisa. Los niños se miraban, ya sabían lo que seguiría, la pelea.