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Capítulo 01 :
❝ᴇʟ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ❞

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Omnisciente.

Una asiática de cabellos oscuros se encontraba frente a un espejo de cuerpo completo, observando con una sonrisa aquel vestido blanco que llevaba puesto, aquel vestido blanco con el cual sus damas de honor la habían ayudado, tanto a elegirlo como a prepararla para ese día. Era el día de su boda que espero por tanto tiempo, pues al fin se casaría el hombre que tanto amaba.

Sonreía risueña balanceándose levemente de un lado a otro observando su reflejo aún sin poder creerlo. Recordaba el día en el que había conocido al amor de vida, recordaba todos esos momentos que habían tenido juntos como pareja, el como le había pedido matrimonio. Nada podía separarlos, y se unirían como marido y mujer finalmente.
Recibió un pequeño susto cuando la puerta sonó, llamándola. Era Sasha, una de las dama de honor.

— ¿Ya estás lista? —le cuestionó entrando junto a ella en la misma habitación—.

Ésta traía un vestido azulado con toques blancos, y en su mano, una galleta que había sacado de la mesa dulce, o bien se la había sacado de alguna bandeja a los mozos que pasaban y ofrecían las golosinas. Le sonrió gentilmente y la abrazó, tratando de no soltar una que otra lágrima.

— Aún recuerdo cuando nos conocimos, tenías tan solo quince años y ahora estás por pasar por el matrimonio. —suspiró con tristeza—.

— Gracias por apoyarme, Sasha. —le correspondió el abrazo—.

— Bueno ya. —dijo la castaña separándose—. No quiero llorar aún. —parpadeó unas veces—. Ya están por comenzar, así que te vendré a buscar en un momento para poder irnos. Ve a la sala. —se alejó rumbo a la entrada—. Y por cierto, los cupcakes están deliciosos. —le sonrió finalmente y cerró la puerta—.

Mikasa soltó una pequeña risa recordando que habían pedido exclusivamente los cupcakes que decían ser los más famosos últimamente, excluyendo el hecho de que a ella no les agradaba mucho, y que solo lo había hecho por su amiga y dama de honor. Se observó por última vez en el espejo y caminó hacia la puerta, yendo a la sala para poder encontrarse con su amiga.

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Mientras llegaba al altar no pudo dejar de ver a su ya futuro esposo. Vestía un traje negro de corbata azul oscura, su cabello había sido bien peinado pero, como de costumbre, unos que otros mechones finos y rebeldes caían por su frente; Eren Jaeger, ese era él.
Cuando subió al altar se sonrieron levemente y prosiguió la ceremonia. Los comprometidos se tomaron de ambas manos dando el inicio de su unión.

— Damas y caballeros, nos hemos reunido aquí el día de hoy para consagrar a estos dos seres en sagrado matrimonio. —volteó a la pareja—. Digan sus votos matrimoniales. —volteó a la morocha—. Las damas primero, por favor.

— Yo, Mikasa Ackerman, me comprometo a estar a tu lado disfrutando de tus alegrías y apoyándote en los momentos de tristeza, creciendo juntos y siendo felices por siempre. —sonrió colocándole el anillo—.

— Ahora usted, joven.

— Yo, Eren Jaeger, estaré a tu lado en todo momento, estando juntos o separados y es por eso que me comprometo a que haré todo lo posible para construir un hogar lleno de honestidad y sinceridad. —dijo imitando la acción del anillo—.

— Mikasa ¿Aceptas a Eren Jaeger como tu legítimo esposo para serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo durante toda su vida?

— Acepto.

— Y tú, Eren, ¿Aceptas a Mikasa Ackerman como tu legítima esposa para serle fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola durante toda su vida?

Sin embargo, cuando se disponía a responder, fue interrumpido al ver como uno de los guardias de seguridad se acercaba hasta él y otro hacia el casamentero, a quien le susurraron. Un silencio incómodo se hizo presente junto a los murmuros inquietantes de los invitados que esperaban una explicación.

— Comprendo. —dijo el casamentero haciendo presente su voz, llamando la atención de todos—. Joven Jaeger... Usted no puede casarse.

— ¿Cómo que no? ¿A qué se refiere? —dijo alterado y dudoso soltando una de las manos de la morocha—.

— Usted... Ya está comprometido. —dijo seriamente pero con pena al ver la situación—.

Esas simples palabras fueron suficientes para que la sorpresa de los invitados se hiciera presente y para que aumentaran sus murmuros.
La asiática al oír esto, se terminó de soltar del agarre del castaño. Su mirada era de enojo y confusión, pero no era hacia él; le molestaba el hecho de que hubiese alguien más, y que se haya enterado en ese mismo día tan importante para ella.

— Lo siento pero tendremos que suspender esta unión, no puede casarse por el momento. Con permiso. —dijo el hombre de avanzada edad para retirarse e irse a vestir—.

Pues era cierto, en el lugar donde estaban llevando a cabo su unión, era ilegal contraer matrimonio estando ya en pareja legalmente, y estos datos, si bien no podían ser compartidos, salían claramente en la ficha de cada individuo, y el castaño no era la excepción.

La alteración por parte de los invitados no se hizo esperar, y la iglesia no tardó en volverse un alboroto lleno de gritos. El enojo en el Jaeger menor no tardó en aparecer, volteó a ver a los invitados y bajó las escaleras del altar e ignorando los gritos de llamados con su nombre, siguió con su camino hasta salir complemente del edificio. Ya estando allí y antes de que pudiese siquiera llegar a su auto, fue detenido por la morocha que tomó de la manga de su traje, llamando su atención. No fue buena idea que lo detuvieran.

— ¿Quién es? ¿Quién es ella? ¿Por qué me enteré en este día? Sabías que hoy era muy importante para mí... para nosotros. —se corrigió con rapidez pero al ver que no le respondía y solo la miraba molesto, elevó la voz—. ¡Eren, respondeme!

— ¡No lo sé! —gritó para soltarse bruscamente del agarre—. ¡No sé quien es ella, ni siquiera la conozco! ¡Ni siquiera tenía la menor idea de que estaba comprometido!

— ¡¿Cómo no puedes saberlo?! ¡Se suponía que ibas a casarte conmigo!

— ¡No sé que sucedió ¿De acuerdo?! Pero ya lo oíste, no podemos llevar a cabo la boda hasta que tenga el divorcio. Me iré, necesito tiempo a solas para arreglar esto.

No dejó que le respondiera y subió a su automóvil rápidamente al ver como los invitados empezaban a salir, buscándolo a él y una respuesta.

Mikasa se quedó allí. Analizaba la situación, tenía todo controlado y calculado, entonces ¿Cómo era posible que algo así pasara por alto? ¿Cómo no pudo darse cuenta? Estaba molesta y necesitaba saber quien era esa chica, esa chica que había impedido su casamiento, esa chica que le había quitado el derecho de llamarlo “esposo” por primera vez.

Viridity || •Eren Jaeger•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora