Dolía. Ardía. Quemaba. Escocía.
¿Estaba roto? ¿Todo?
¿Sabéis ese dolor en el pecho que no sabes por qué es? Tal vez yo sí sepa por qué lo tengo, pero... ¿Ese dolor que sabes que no vas a poder sanar nunca? ¿Que hay algo que se ha roto, se ha ido y no va a volver?
No puedo describirlo bien con palabras. Desgraciadamente si no pasas por ello no sabes lo que es, y si tú no lo has sentido nunca, me alegro mucho, porque es algo que no deseo a nadie.
Miraba tras la ventanilla como todo eso que en su momento fue parte de mi vida entera, se quedaba sin luz. No reaccioné ni grité como todo el mundo se imaginaba o esperaba, simplemente sentía un vacío muy grande en mi.
—Cariño, tenemos que irnos —quité de un movimiento brusco sus manos en cuanto las posó en mis hombros.
Las lágrimas comenzaron a salir pero contuve el llanto. No quería romperme, no debía romperme. Todo mi alrededor hablaba, aunque mis oídos se hacían sordos a todo tipo de comentarios. Entonces la vi. Vi como se giraba hacia a mi y cómo lo abrazaba por última vez a pesar de que él no lo sentiese. Cerró sus ojos ahogando un grito en el pecho de mi hermano en cuanto apareció.
Se acabó. La luz, el color... Todo se acabó para mi. Alguien desde algún lugar pulsó el botón de off en él e hizo que en el jardín que una vez estaba verde y brillante como en la primavera, se quedase solo con hierbajos muertos como en invierno.
—Lun...
—¡Qué no me toques! —llamé la atención de todos los presentes cuando giré hacia mi tío.
Tenía lágrimas cayendo por sus marrones ojos. Mi padre y él eran muy parecidos, podría decir hasta que eran mellizos si no fuese por la diferencia de años y forma de pelo, porque la de mi padre fue una cabellera lisa bien peinada y la de mi tío una rizada despeinada e incluso descuidada.
—Déjame sola —dije cuando vi su amago de hablarme.
No esperé reacción por su parte, simplemente volví mi vista a la cristalera que me separaba del hombre de mi vida, ese que nunca pensé que me fuera a faltar tan pronto.
Había pasado un mes desde que tuvo la recaída y ya no iba a pasar más tiempo, ahora estará en tranquilo dónde sea, pero sé que será así.
Era imposible controlar mis lágrimas. Ya estaban cayendo por todo mi rostro empapándome los pómulos. Veía todo nublado, no conseguía fijar mi vista en nada pero aún así, no había llanto como el de mi madre.
Quería entrar, abrazarla, besarla, decirla que está todo bien que él estará bien allí, pero os juro que no podía. Solo quería desaparecer porque escuchar el llanto de mi madre me rompía todavía más de lo que estaba.
Ninguno tenemos la culpa de que la vida sea tan asquerosa y traicionera para aquellos que no lo merecen.
—Luna... —escuchar la voz en quebrada de mi mejor amiga, me rompió aún más—. Necesitas tomar el aire
Ahogué el llanto sin mirarla, pasándome mi brazo cubierto con una sudadera color beige por mi nariz. Ya está, no podía más. Claudia me giró y sin pensarlo dos veces me abrazó, ganando así que mi cuerpo entero comenzase a debilitarse, reaccionando a todo por primera vez en muchos días.
—¡No es justo! ¡No es justo! —grité— ¡¿Por qué él?! ¡¿Por qué?!
Seguí gritando hasta quedarme sin voz. Mis rodillas perdieron el equilibrio. El abrazo de Claudia siguió siendo aún más fuerte cuando caí al suelo, ella también estaba devastada.
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INEFABLE; p.gavi
Fanfiction-Es que... es algo tan inefable. -Sabes que es la única persona que ha conseguido romper tus barreras, ¿no? -Lo sé, por eso tengo miedo. *NO SE ADMITEN COPIAS, PLAGIOS...*