APPRENTICED TO LOVE

Capítulo 21

-¡Harry, el desayuno está listo!- Severus llamó desde el fondo de la escalera.

Harry salió del baño, con un cepillo de dientes alojado en un lado de la boca, con espuma alrededor de los labios. Sacó el cepillo de dientes y tragó una porción de saliva con sabor a menta.

-Bien. Bajaré en un minuto-.

Harry volvió al baño para terminar y se dirigió a la planta baja, todavía con el pantalón del pijama y una camiseta ligera. Era domingo y como ninguno de los dos tenía que estar en la tienda hoy, ambos solían desayunar en pijama. Sólo habían pasado dos días desde que Harry había recuperado el uso de las piernas y Madam Pomfrey le había permitido volver a casa. Harry aún no había vuelto a elaborar ningún tipo de poción, ya que Severus parecía seguir pensando que había que matizarlo y no le había permitido acercarse al laboratorio todavía. Sin embargo, Harry lo echaba de menos. Se había puesto al día con la lectura y los trabajos escritos, pero casi le dolían las manos por volver a sujetar una varilla para remover o un cuchillo para cortar.

Harry bajó las escaleras de dos en dos, con una amplia sonrisa en la cara por poder volver a bajarlas. Madam Pomfrey le había advertido que podría volver a ocurrir, pero que debía seguir con sus actividades con toda normalidad y tratar de no pensar en ello. Harry no sabía que la falta de nutrientes podía causar tantos problemas en el cuerpo. Tal vez pudieran elaborar una poción nutritiva mejor para ayudar a la gente como él. Su mente iba por muchos caminos diferentes cuando entró en la cocina y se sentó en la silla frente a Severus.

Severus estaba escondido detrás del periódico y Harry vio el llamativo titular de la primera página del Diario el Profeta: La misteriosa enfermedad de Harry Potter. Las letras parpadeaban en negro, dorado y plateado, como si quisieran asegurarse de que la gente se fijara en ellas. ¿Cómo no iban a notarlo? El titular era diez veces más grande de lo habitual, incluso para la primera página, y no había ningún texto de la historia: sólo una foto de Harry cuando era estudiante y un pequeño bloque de texto que invitaba a los lectores a encontrar la historia en las páginas 3 a 12. Harry suspiró y se desplomó en su silla. ¿Era demasiado esperar que alguna vez tuviera una vida privada? Una vida completamente privada.

Entonces miró el desayuno que Severus le había preparado y soltó una enorme sonrisa. Allí, sobre las gachas de Harry, Severus había cortado plátanos en rodajas y los había colocado en forma de cara sonriente. Era difícil seguir sintiéndose molesto después de ver eso.

-Gracias, Severus-, dijo Harry con sinceridad. Era muy dulce por parte de Severus hacer algo así por él, pero Harry sabía que el hombre no quería realmente que le reconocieran ese tipo de cosas.

-Hmph-, Severus gruñó bruscamente desde detrás de su papel y no se molestó en mirar a Harry a los ojos, pero Harry estaba seguro de que Severus sabía que su gesto era apreciado.

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-Severus, ya estoy bien, no necesito una deposición-, dijo Harry más tarde esa mañana, cuando ambos se habían dirigido al laboratorio.

-Si quieres hacer alguna infusión hoy, sí, la necesitas-, respondió Severus con firmeza, antes de tirar a Harry por la cintura y acomodarlo corporalmente en el taburete. La boca de Harry se abrió en un grito de sorpresa por ser tan manoseado y también por el escalofrío de deseo que le recorrió el cuerpo al sentir las manos de su Maestro sujetándolo de forma tan posesiva. -Quédate ahí, voy a buscar tus ingredientes-.

Harry observó, perplejo, cómo Severus se dirigía al armario de la tienda para recoger todo el equipo que Harry necesitaría hoy el caldero de peltre; un cuchillo de bronce y otro de plata; una varilla de vidrio para remover; balanzas de latón y, por supuesto, todas las hierbas y otros ingredientes que necesitaría para hacer poción Calmante, la siguiente poción de la lista de Harry.